Sin embargo, los críticos del plan han denunciado que apenas ha cumplido sus objetivos y la economía se encuentra aún en un estado precario.
La precipitación con la que se aprobó el plan hizo que se impusieran escasos mecanismos de supervisión, lo que ha impedido la transparencia en el destino final de los fondos.
Hasta el momento se han desembolsado cerca de 300.000 millones de dólares, y Obama pidió ayer al presidente saliente, George W. Bush, que autorice el desembolso de la cantidad restante.
En unas declaraciones tras reunirse el lunes con el presidente mexicano, Felipe Calderón, el mandatario electo se declaró "decepcionado" por la falta de transparencia hasta ahora en la aplicación del plan y prometió imponer nuevos mecanismos de supervisión en los futuros pagos.
También anunció un cambio en las prioridades del plan, que según afirmó se centrará más en las ayudas a la vivienda y a las pequeñas empresas.

