Después de meses negando la realidad, por fin parece que los políticos europeos (como consecuencia de una presión insoportable por parte del mercado) han aceptado las cosas tal y como son (Grecia es insolvente y la banca europea es débil) y están dispuestos a enfrentar las consecuencias: reestructuración de deuda y recapitalización bancaria. Llegados a este punto queda acordar los detalles y ver el modo de llevarlo a la práctica, algo que no va a ser sencillo dada la parafernalia europea, como ya hemos visto en otras ocasiones. De modo que aunque hay espacio para el optimismo, todavía tenemos por delante un camino nada fácil.

La pieza clave para que el proceso no descarrile sigue siendo el BCE, cuya ortodoxia empieza a resultar difícil de defender si atendemos a un escenario en el que los riesgos empiezan a ser deflacionarios, con la amenaza de una recesión y potencial colapso financiero. La política de tipos de interés a corto plazo mantiene sobrevalorado el euro y dificulta la recuperación económica. Tanta ortodoxia en el BCE y austeridad por parte de los gobiernos es cierto que permite recuperar la credibilidad, pero sacrifica la posible recuperación y acelera el deterioro de la confianza de los consumidores y de las empresas en Europa. Y lo que es peor, ya hay signos de contracción del crédito en el tercer trimestre, y no podemos olvidar que el crédito bancario representa en Europa dos terceras partes de la financiación de la actividad económica. Dada adicionalmente la situación de las cifras de desempleo y disminución de la renta de los hogares, ahora más que nunca es momento de que el BCE relaje su política monetaria y aumente el tamaño de su balance. ¿Va eso contra el mandato del BCE? No es cierto:

Art. 127-1: "The primary objective of the European System of Central Banks shall be to maintain PRICE STABILITY".

Art 127-5: "The ESCB shall contribute to the smooth conduct of policies pursued by the competent authorities relating to the prudential supervisión of credit institutions and the STABILITY OF THE FINANCIAL SYSTEM".

De modo que con un entorno de precios desinflacionario, el BCE no solamente puede sino que incluso debe actual en la dirección que tanto el mercado como otros países están solicitando, y es que la debilidad de la demanda europea se está trasladando a otras economías, como hemos visto en Australia, Brasil, Taiwan, Corea e incluso China.

Nos encontramos por lo tanto en un momento importante en el que la política que siga el BCE no solamente va a ser determinante para la evolución del panorama económico europeo y global, sino que va a representar una oportunidad para cambiar la Unión Europea tal y como la conocemos.