Para explicarlo vamos a fijarnos en una situación similar que se vivió en EEUU durante la década de los 80’. Como se muestra en el gráfico desde 1979 hasta comienzos de 1985 el dólar subió un 80% frente al resto de divisas. En ese momento muchos economistas así como responsables de la política económica se convencieron de que la moneda norteamericana estaba sobrevalorada, como ocurre hoy con el yen.


Durante ese período, en EEUU las exportaciones reales netas, es decir, las exportaciones menos importaciones, disminuyeron 186,000 millones de dólares. Por lo tanto nos podemos imaginar
el daño que puede hacer una divisa fuerte a una economía como la japonesa que prácticamente vive de sus exportaciones. Tengamos en cuenta que cuando los extranjeros gastan menos en Japón y los japoneses gastan más en el extranjero, la demanda de bienes y servicios japoneses disminuye, el PIB real de Japón se reduce y además el desempleo tiende a subir (bien es cierto que el desempleo nipón no es lo más preocupante en estos momentos, ya que se sitúa en niveles del 5%).

En ese momento, viendo la fuerte apreciación del dólar, el gobierno de EEUU intervino para devaluar su moneda vendiendo dólares y comprando otras monedas, así como el gobierno de Japón hace unas semanas quiso “frenar” la subida de su moneda vendiendo yenes y comprando dólares (la última intervención del yen había tenido lugar diez años atrás). ¿Qué consecuencias tuvo para EEUU la intervención de su moneda en 1985? Efectivamente, con una divisa más debilitada se estimularon las exportaciones del país, pero la recuperación fue mucho más lenta de lo previsto (como se puede apreciar en el gráfico). ¿Motivos? Los flujos comerciales, es decir, las variaciones de las exportaciones netas, reaccionaron con gran retraso a las variaciones de los tipos de cambio. Así que desde mi punto de vista, el Ministerio de Finanzas Japonés no debería intervenir su moneda porque simple y llanamente no conseguirá reactivar sus exportaciones al menos en el corto plazo.

Pero volvamos a la situación que se vivió en EEUU por aquel entonces y centrémonos en los motivos por los que sus exportaciones tardaron en reactivarse. Se descubrió que los precios reaccionaron lentamente porque los importadores norteamericanos redujeron su margen de beneficios a costa de mantener su cuota de mercado. Para entenderlo mejor pondré un claro ejemplo. Pongamos por caso una empresa textil japonesa que importa trajes españoles. Para el empresario japonés, el hecho de que su moneda se debilite hará que necesite más yenes para adquirir los mismos euros y por tanto las mismas unidades de trajes en España. Ante el temor de perder cuota de mercado, la empresa decide asumir esa pérdida y mantener contentos a sus clientes en Japón que podrán seguir comprando los trajes españoles a los mismos precios. A medida que la divisa nipona siga debilitándose llegará un momento en que la empresa japonesa se vea obligada a subir los precios de sus trajes en Japón (cada vez serán necesarios más y más yenes para adquirir el mismo número de trajes en España). Pero la lealtad a la marca es tan grande que a pesar de esa subida de precios, la empresa conseguirá mantener la misma cuota de mercado durante varios años. Es decir, los japoneses seguirán comprando trajes españoles durante varios años a pesar de que sean más caros que otros trajes producidos en el país. EEUU intervino su moneda en 1985 y los efectos de esta depreciación en su economía no se sentirían hasta bien entrada la década de los 90’.





Miguel Freijo
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