“Los productos ASG, tan sólo por el hecho de serlo, no son necesariamente más rentables que los tradicionales, dado que inciden otros factores, como puede ser la formación, experiencia y pericia del propio gestor, entre otros. Como referencia positiva puede servir el comparativo entre índices; así, el MSCI World SRI comparado con el MSCI World, para un período de 5 años, muestra un diferencial de rentabilidad del 0,95% a favor del índice ESG y a 10 años siguen siendo positivo en un 0,06%”, explica Javier Garayoa, director de Spainsif, la asociación que aglutina a diferentes entidades para promover la inversión sostenible y responsable en España. 

Además de los mayores retornos, la ISR complementa el análisis fundamental tradicional de las empresas al tener en cuenta otros criterios y puede llegar incluso a reducir la volatilidad. Por ejemplo, los fondos de inversión en acciones con cinco globos Morningstar -alta calificación en criterios ASG- son considerablemente menos volátiles que los que tienen un globo -calificación baja-.

ISR: las siglas de la rentabilidad del presente

Más allá de los mercados, los economistas Gunnar Friede, Timo Busch y Alexander Bassen concluyeron en 2015 que, de media, los resultados de las empresas que se rigen por criterios ASG han ido mejorando con el tiempo. Un estudio elaborado por la consultora estadounidense Empirical Research Partners, que evalúa y realiza un seguimiento de 60 criterios ASG en una selección de valores estadounidenses desde noviembre de 2014, determinó que las empresas que obtuvieron mejor puntuación aventajaban en rentabilidad a aquellas con peores puntuaciones.

“Ya no es un tema de ser ético o no, sino de ganar dinero. Creemos que invertir de forma sostenible a través de fondos es el futuro porque las compañías que están en ese sector se verán mejor percibidas por el consumidor y sus productos se venderán mejor, ganarán cuota de mercado e irán mejor en bolsa. Es un tema de cómo ganar más dinero y pensamos que invirtiendo de forma sostenible la oportunidad es clara”, defiende Luis Martín, director general de BMO Global AM en Iberia.

Europa marca la agenda

En general, la mayoría de gestores que dirigen fondos de ISR excluyen sectores contaminantes y nocivos para la salud como el tabaco, el alcohol, las casas de apuestas, las empresas de armamento y Defensa… al tiempo que dirigen sus inversiones a aquellos valores que mejor cumplen con los criterios sociales, medioambientales y de buen gobierno, a través una serie de clasificaciones cualitativas como son las emisiones cero, la transparencia, la conciliación laboral y familiar de sus empleados, la paridad de género en sus órganos de gobierno...

La Comisión Europea publicó en junio su taxonomía verde, un sistema de clasificación que ayuda tanto a inversores como a empresas a identificar qué actividades económicas son medioambientalmente sostenibles y a cuantificar su impacto positivo. Desarrollada por el grupo técnico de expertos en finanzas sostenibles de la Comisión, la herramienta busca unificar los criterios ASG, como ya ocurre con las calificaciones crediticias, y que no se den casos de ‘greenwashing’ o lavados de imagen verde entre las empresas.

Bruselas quiere liderar la lucha contra el cambio climático tras articular en 2018 el Plan de Acción para Finanzas Sostenibles, después de la aprobación en 2017 de la Directiva Europea de información no financiera. El propio Banco Central Europeo (BCE) ya ha anunciado que en la revisión de la estrategia de política monetaria que realizará a lo largo del año se incluirá la sostenibilidad del medioambiente. El mercado baraja que el organismo monetario priorice en sus programas de compra de deuda a aquellos países y compañías más sostenibles, un ‘QE verde’ para premiar a quienes mejor lo estén haciendo en estas cuestiones.

“Las grandes empresas europeas se están ocupando mejor de los problemas de ASG. Esto significa que cuando miramos los puntajes de ASG, las grandes empresas europeas tienen los puntajes más altos. Las empresas más pequeñas obtienen un puntaje más bajo y Asia Pacífico está mejor que Estados Unidos”, indica Masja Zandbergen, responsable de integración de criterios ESG de Robeco. 

En el caso de España, las grandes multinacionales empiezan a ponerse las pilas tras la transposición de la Directiva Europea de información no financiera de 2017. “Las compañías españolas, aunque van mejorando poco a poco y hay multinacionales ejemplares que están en índices globales de sostenibilidad, el ritmo es lento por diversos factores entre ellos: el retraso de la entrada en vigor en España de directivas que vienen de Europa y porque no tienen la presión en las juntas de accionistas de inversores activos y responsables como se tiene en Europa y EEUU”, valora Luis Hernández Guijarro, gestor del fondo Esfera II Sostenibilidad ESG Focus en Esfera Capital Gestión.

“Espero que con el tiempo y con la ayuda de asesores de voto y con la aplicación en España de la Nueva Directiva de Derechos de los Accionistas, los accionistas se impliquen más a largo plazo con sus participadas y les exijan más en términos de sostenibilidad y gobierno corporativo”, añade Hernández.

El minorista todavía no es verde

Pese a que las cifras de rentabilidad y volatilidad avalan la gestión ISR, en el inversor minorista español todavía no han calado este tipo de estrategias y fondos

Según las cifras de Spainsif de octubre de 2019, los activos gestionados con criterios ASG suman 210.000 millones de euros, de los que el 85% corresponden a la demanda de inversores institucionales y el 15% a ahorradores particulares. La industria parte de cifras bajas, con un crecimiento del patrimonio gestionado bajo estos criterios del 600% en los últimos diez años.

 

 

“La cifra actual de activos gestionados con criterios ASG en España no alcanza la tercera parte del total de activos gestionables en el sistema financiero, cuando los niveles de la media europea, según el estudio de Eurosif del 2018, alcanzan el 45% del total. El potencial de crecimiento puede materializarse en una mayor contratación por parte de los inversores particulares, que actualmente representan el 15% del total cuando la media europea supera el 25%, y en la demanda del inversor institucional, impulsado por el menor riesgo que supone la inversión ASG y las expectativas de retorno que el nuevo modelo energético y los proyectos ligados a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) representan”, apunta Garayoa.

Con estas cifras, la industria de la gestión de activos es conocedora del margen de crecimiento con el que cuentan los fondos de inversión y los ETFs en España. La previsión para este año es positiva debido al impulso comercial que están dando los grandes grupos financieros nacionales y las gestoras internacionales en esta materia. 

“Como puso de manifiesto el último Estudio Global de Inversión realizado por Schroders, basado en encuestas a más de 25.000 inversores de 32 lugares de todo el mundo, 1.100 en España, un 36% de los inversores españoles muestra interés por la inversión sostenible y quiere invertir en ella, más que en toda Europa (30%), pero actualmente solo el 14% de los inversores españoles invierte en productos que se rigen bajo criterios sostenibles. Además, percibimos una creciente demanda de productos sostenibles. Esto, sin duda, es una base sólida para que la inversión en fondos que incorporan criterios ESG crezca en España”, sentencia Carla Bergareche, directora general para España y Portugal de Schroders.

La tendencia tanto de los gobiernos como de la sociedad apunta a que la ISR continuará atrayendo capitales en los próximos años. La celebración de la COP 25 en Madrid en diciembre puso de manifiesto que la Agenda 2030 está encima de la mesa en el tablero global y los mercados no van a ser ajenos a esto.