Mañana el Banco Central Europeo celebrará su segunda subasta de liquidez a la banca con plazo de tres años, en la que se espera que las entidades europeas pedirán, al menos, el mismo importe que solicitaron en diciembre, cerca de medio billón de euros. Pero entre los activos que las entidades podrán llevar al banco central para solicitar liquidez ya no están los bonos griegos.
Esta mañana, el organismo presidido por Mario Draghi ha anunciado en un comunicado que ya no acepta los títulos de deuda griega como colateral, tras tener en cuenta "el ráting de la República Helena tras la involucración del sector privado en la reestructuración" de su deuda.
Los bonistas privados, es decir los bancos, han tenido que aceptar una quita del 53% sobre los bonos griegos en su cartera, que en términos reales supone una pérdidas del 70% sobre el valor inicial de estos títulos.
La semana pasada, Fitch ya bajó el ráting de la deuda soberana griega a "CCC" como consecuencia de esta reestructuración y ayer Standard&Poor's (S&P) anunció que también prevé situar su calificación en "default selectivo", una vez que se termine el proceso.
La decisión tomada hoy por el BCE podría empeorar aún más la delicada situación de la banca helena. Justo ayer, Fitch explicaba que, pese a la rebaja del ráting del país, mantenía sin cambios la calificación de la banca porque ésta aún contaba con el apoyo de la 'troika' (UE; BCE y FMI) para respaldar su liquidez y solvencia.
Aún así, el anuncio del BCE no ha convulsionado los mercados que hoy se mueven en terreno ligeramente positivo a la espera del resultado de la subasta de mañana. Los expertos indican que, a efectos prácticos, los bancos ya casi han esaurido el stock de bonos griegos en balance para descontar ante el BCE.