Asimismo, el estudio refleja que los productos elegidos por los inversores son básicamente domésticos, mientras que los consumidores, en términos generales, se sienten más inseguros ante productos e intermediarios extranjeros, lo que muestra diferencias "muy marcadas entre países".En este sentido, señala que una parte muy importante de las personas que ahorran "no lo hace necesariamente" con vistas al largo plazo, sino que lo que le impulsa "es el deseo de tener un contingente de reserva".Además, el estudio destaca la pasividad de los ahorradores, puesto que "una vez que la inversión se ha realizado, la revisión es infrecuente y las decisiones rara vez se revisan", comportamiento que acarrea costes para los clientes.El estudio se centra en la evolución del ahorro a largo plazo de los hogares entre 1999 y 2005, periodo, que según se explica, es lo suficientemente dilatado ya que abarca dos ciclos distintos en los mercados financieros.