En lo que va de año, el sector privado norteamericano ha creado unos 650,000 puestos de trabajo. Respecto al sector público, los últimos datos apuntan a que se han perdido 224,000 puestos de trabajo durante el mismo período. Teniendo en cuenta que el sector privado de EEUU es casi cinco veces mayor que el sector público, la pérdida de empleos públicos, en términos porcentuales, se hace mucho más trascendental de lo que a priori pueda parecer. Ahora comparemos estos datos con los que tenía la economía norteamericana tras la burbuja de las punto.com. En concreto, desde Noviembre de 2001 hasta Noviembre de 2003, el sector privado perdió 884,000 puestos de trabajo mientras que durante el mismo período los funcionarios se incrementaron en 174,000.
 
El resultado neto, por supuesto, fue también la de incremento del número de desempleados. Pero la dinámica del mercado laboral en ese preciso momento fue casi la contraria a la que se vive en la actualidad. Hace ocho años, la creación de empleos públicos “amortiguó” el fuerte descenso de empleos del sector privado. Hoy día, ocurre justo lo contrario, y es el sector privado el que “maquilla” la pérdida de empleos públicos.

¿Dónde podemos encontrar las razones para tales divergencias? De entrada, sabemos que los ingresos, vía impuestos indirectos, públicos (sobre todo el correspondiente a los estados) han caído con fuerza, mientras que el acceso a la financiación por parte de las empresas se ha dado en buenas condiciones para las mismas. Según se refleja en el informe publicado por el Centro de Prioridades Políticas y de Presupuesto norteamericano (Center on Budget and Policy Priorities)  “las recaudaciones de impuestos cayeron un 8.4% durante 2009 respecto al año anterior, y un 3.1% de caída adicional durante este 2010, mientras que las necesidades reales de los servicios públicos se mantuvieron estables”. El resultado de todo esto es un claro desajuste presupuestario.

Por su parte, las empresas han hecho un gran trabajo y han sido capaces de ajustarse de forma rápida y efectiva al entorno de recesión. El mejor ejemplo son las aerolíneas. Hace unos años, ningún sector tenía peores perspectivas y estaba más castigado que las aerolíneas. El crudo estaba por las nubes, los aviones despegaban con muchos asientos vacíos y la dura competencia del sector trajo números rojos a los balances de dichas compañías. Pero ante tanta incertidumbre surgieron las fusiones. Se eliminaron aquellas líneas que no eran rentables, lo cual hizo reducir la capacidad disponible en los aviones y las compañías pudieron sobrevivir gracias a unos precios finales más competitivos. El sector renació en esos momentos y hoy está en plena expansión. Durante este año, el sector de las aerolíneas muestra los primeros balances con beneficios de sus compañías desde 2007 (lo que supone tan sólo el tercer año de beneficios durante la última década).

En definitiva, las empresas están preparadas en estos momentos para volver a crecer. Tras el informe de empleo del pasado mes de julio, en el que se mostraba que mientras el sector privado volvía a generar empleo (tras dos años y medio estancado) y el sector público veía cómo destruía empleo a un ritmo nunca visto antes; John Boehner, republicano y representante de EEUU por el distrito de Ohio, fue contundente: “tras un nuevo y decepcionante informe de empleo, es hora de que el Presidente Obama escuche al pueblo americano y sea consciente de que su plan de estímulo del mercado laboral no ha dado los resultados que se esperaban. Cuántas veces más las familias y pequeñas empresas norteamericanas se tendrán que preguntar ‘dónde encontrar trabajo’ antes de que el Presidente Obama tome medidas realmente eficientes y necesarias?”

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