Este enorme volumen de transacciones hace que los Bancos cada vez se centren más en el negocio que generan, por el lado del cliente por las comisiones que se cobran por su emisión o renovación y los intereses de fraccionar o aplazar el pago de compras, y por el lado de los comercios gracias las comisiones que cobran cada vez que pasamos la tarjeta por el Terminal Punto de Venta.

Para conseguir que a pesar de que con menos tarjetas haya más negocio se recurre a todo tipo de promociones como los sorteos. Ejemplos los tenemos en la campaña actual para todas las tarjetas euro 6000 o la de Banesto, que sortea 500 compras gratis, las mayores que haya hecho un cliente en los meses de octubre, noviembre y diciembre.


Descuentos que no lo son
Pero el principal reclamo es el descuento en las compras realizadas con dichos plásticos, unos descuentos peligrosos, especialmente al realizarse en tarjetas que su única fórmula de pago es el aplazado, es decir, hay que financiar y pagar intereses por todas las compras.

Entre este tipo de tarjetas están la Santander Plus o la Tarjeta a tu ritmo BBVA, ambas son muy parecidas ya que ambas tienen el mismo tipo de interés, un 2% nominal mensual, o lo que es lo mismo anualmente un elevadísimo 26,82% TAE, y también que ofrecen un 5% de descuento en las compras aunque con matices. Así, mientras la tarjeta del Santander lo hace para todas las compras que realice, sea cual sea el comercio e importe, en la de BBVA es la entidad la que marca las promociones, así en este trimestre es en juguetes y hogar y en el próximo, pensando en las rebajas, en grandes superficies. Las diferencias están en los límites de fraccionar la deuda, ambos tienen el mismo mínimo, el 3% pero el máximo para la del Santander es del 50%, y un 25% la del BBVA.

Pongamos un ejemplo del ahorro y gasto, en una compra de 1.000 euros con descuento para ambas por el que conseguiríamos 50 euros de ganancia, pero ahora vamos a fraccionar la deuda por lo máximo permitido para pagar los menos intereses posibles.

Pagando un 50% de la deuda, el descuento quedaría en poco más de 8 euros, estando al año la deuda prácticamente cancelada, mientras que pagando el 25% con la tarjeta BBVA el descuento se habría esfumado, ya hubiéramos pagado 37,28 euros más de intereses y quedarían aun pendientes más de 46 euros que seguirían generándonos más costes. Todo ello en el caso extremo de no realizar más compras, si continuáramos haciéndolo, la factura sería más elevada como lo sería si bajamos el porcentaje a pagar.

Este tipo de tarjetas abundan, con diferentes condiciones (por ejemplo la Visa Clip de Novagalicia Banco ofrece un descuento del 2% pero a una TAE inferior, del 16,08%) pero aun con descuentos tenemos la desventaja de fórmulas muy rígidas en la financiación y el coste que como hemos visto estas suponen.


Si financias, lo mejor la más barata

Por ello debemos ver si el descuento compensa o no el coste de mantener una deuda en el tiempo que no podemos amortizar. Esta fórmula las ofrecen las tarjetas clásicas, que nos permiten por ejemplo partir una compra en tres plazos, conociendo el principio y el fin de nuestra deuda. Si unimos esta flexibilidad a un coste más reducido, el resultado puede ser obtener una financiación a un coste razonable.

Así en el segmento de las tarjetas más económicas están las que ofrece la banca online, como las visas clásicas de iBanesto con el 1% de interés nominal mensual (12,68% TAE) o la tarjeta de Ing Direct con un 1,10% nominal mensual (14% TAE). Volviendo a nuestros 1.000 euros, si queremos pagar en tres meses lo haríamos con unas cuotas de 340 euros en el caso de iBanesto y de 340,67 en el de Ing Direct, con un coste de intereses de 19,99 euros y de 21,99 respectivamente. Y siempre con la opción de pagar la totalidad, sin intereses, incluso con más de un mes de retraso desde el momento de la compra.

Por todo ello, siempre buscar la tarjeta de crédito más económica en emisión e interés, fijarse en la letra pequeña y no olvidarse de ver siempre que hay detrás de todo descuento.