“La elevada presión existente en los mercados europeos de capitales y el temor a su definitivo colapso terminarán conduciendo a una unión de transferencias”, cree Robert Senz, Director de Inversiones del área de Renta Fija Global de Raiffeisen Capital Management. “No en vano, el permanente derroche de energías necesario para estabilizar el sistema y mantener el
statu quo es sencillamente inasumible a largo plazo”.

A fin de eliminar esa presión, insostenible a la larga, solo son planteables para Senz dos escenarios: o bien se ceja en el esfuerzo, lo cual tendría por consecuencia el derrumbe del sistema mantenido en pie hasta ahora, o bien se ponen en juego otros factores, con cuya ayuda quizá se pueda, pese a todo, llevar la nave a buen puerto. “En cualquier caso, la actual situación, dada su complejidad y el derroche de energías que exige, encierra una considerable probabilidad de sufrir serios percances. Las más mínimas desviaciones respecto de los criterios prefijados ponen en peligro el sistema en su conjunto”, afirma el alto directivo austríaco.

Por ello se necesitaría crear un marco de condiciones que permitan una evolución interna. Al decir de ese mismo experto, “una reforma de fondo de la eurozona es ineludible: los mercados de capitales forzarán una unión fiscal y bancaria, y todo terminará desembocando en una unión de transferencias”. Es cierto que ello iría primariamente en contra de los intereses de Alemania, pero si se desea afrontar verdaderamente el problema con todas sus implicaciones no habrá más remedio que “socializar” las deudas dentro de la zona euro. El Banco Central Europeo (BCE) desempeñaría en ese escenario —de forma similar a la Reserva Federal estadounidense— el importante cometido de prestamista de último recurso. Los distintos Estados nacionales de la eurozona perderían relevancia, sin duda, pero su lugar pasaría a estar ocupado por un “superestado” dotado de soberanía. “Ahora bien” —siempre en palabras de Robert Senz— “una estructura estatal de ese tipo necesita legitimación democrática, y ello eleva considerablemente el riesgo de capotar. El desafío al que habrán de enfrentarse los responsables políticos será, así pues, hacer que los electores se suban a ese barco, convenciéndoles para ello de la necesidad de dar tan importante paso”.

Mercado de deuda soberana europea: ¡esperen, por favor!

Dado que es posible que esa tarea de persuasión no tenga éxito, los pronósticos para la evolución del mercado de deuda soberana europea siguen siendo cautelosos. Robert Senz de nuevo: “La precariedad que rodea a los bancos españoles y a las quebradas comunidades autónomas lastra el mercado, al igual que lo hace el interminable debate en torno a Grecia. Por lo tanto, se sigue agravando la situación de Italia y España en los mercados de renta fija”. Las declaraciones del presidente del BCE, Mario Draghi, conforme a las cuales esa institución hará todo lo necesario para apoyar al euro han producido un alivio temporal, pero la oposición de otros bancos centrales y ulteriores debates parecen inevitables. “El mercado prevé que ya en septiembre España solicitará a la Unión Europea fondos de ayuda. Una cuestión esencial será cómo valoren esa petición las agencias de rating. Una rebaja de la calificación de España por debajo del grado de inversión comportaría, en cualquier caso, un nuevo foco de tensión para el mercado de deuda soberana”, considera el analista austríaco.

Sin embargo —siempre y cuando se albergue cierta disposición a asumir riesgos— Raiffeisen Capital Management ve como una buena inversión los bonos estatales de corto plazo, por ejemplo a tres años, de algunos Estados periféricos con sus rendimientos del 3,65% (Italia) y el 4,40% (España). En cambio, a esa gestora los títulos soberanos alemanes le parecen igual de poco atractivos que las rentabilidades de los estadounidenses.

La deuda corporativa tiene ahora el viento en contra, pero sus oportunidades permanecen intactas
También las rentabilidades de los bonos de empresas de buena y muy buena calificación (grado de inversión) se encuentran en niveles bajos. Robert Senz estima, no obstante, que “sus primas de riesgo respecto de los títulos estatales alemanes siguen siendo atractivas desde el punto de vista del perfil rentabilidad-riesgo”. Los títulos de deuda corporativa permiten una mayor diversificación que los emitidos por los Estados de la eurozona, y los actuales diferenciales de rentabilidad surten un cierto efecto amortiguador del riesgo. Ahora bien, no por ello la renta fija empresarial constituye un “puerto seguro” para todos los escenarios económicos pensables, por lo que una cuidadosa selección de los títulos concretos resulta cada vez más importante.

Protección frente al posible incremento de la inflación: bonos vinculados a la inflación

Para los inversores con aversión al riesgo que en este contexto teman un aumento de la inflación y ante todo deseen conservar el valor real de su patrimonio los Inflation Linked Bonds o “bonos vinculados a la inflación” son una interesante posibilidad. En estos títulos los pagos de cupón y la amortización del capital no están fijados nominalmente en el momento de la emisión, sino que varían conforme a la tasa de inflación, de modo que protegen el capital invertido frente a su depreciación en caso de aumento de la inflación.