Banca Cívica iniciará mañana su andadura bursátil a un precio de 2,7 euros por acción, el valor mínimo de la banda indicativa y no vinculante recogida en el folleto de la salida a bolsa. Este precio supone un descuento del 60% sobre la valoración en libros de la entidad, la misma rebaja con la que Bankia debuta hoy en el parqué. Sin embargo, Banca Cívica no se ha salido de la horquilla orientativa -como sí ha sido el caso de la entidad presidida por Rodrigo Rato- ya que el descuento planteado inicialmente por los colocadores de la emisión en el folleto era mayor que el de Bankia.

"Con este precio, Banca Cívica quiere dar recorrido a la acción para favorecer a los inversores que han depositado su confianza en la compañía, y que han presentado una fuerte demanda de acciones en todos los tramos, tanto el minorista como el institucional", señaló Banca Cívica en un comunicado.
 
El 58% se colocó en tramo minorista. Pues bien esto fue a finales de Julio. Ocho meses después La Caixa (CaixaBank) valora en 1,97 euros cada acción de la entidad. Bien, de momento, más de la mitad de los  accionistas (minoritarios) que creyeron en su presidente han perdido un 27% de su inversión.
 
Veremos cómo se desarrollan los hechos pero esto acaba de empezar y creo que va para largo el capitulo enésimo de la ineficacia de un sistema de control que hace aguas por todos lados. CNMV, Banco de España,… algo falla y siempre paga el mismo, el accionista minoritario.
 
La fusión, que no OPA de exclusión (como creíamos ayer por error) entre La Caixa y Banca Cívica genera dudas, no sólo a nivel empresarial. En primer lugar, muchos (entre ellos yo) esperábamos una OPA como la que hace meses lanzó Popular sobre Pastor y no una fusión. Las razones de por qué fusión y no OPA son claras.
 
De haber lanzado una operación de compra sobre el 100% de Cívica con intercambio de acciones, el precio que tendría que haber pagado Caixa por Cívica habría sido mayor, en función a ciertos parámetros sobre la ley de OPAs, en los que se protege al accionista minoritario, obligando en primer lugar a alcanzar un 90% para poder excluirla (como sí hizo el Banco Popular pagando una prima sobre Pastor) y luego consiguiendo que de ese 10% restante, un 75% aceptara esa exclusión a esos precios. Además la ecuación de canje o precio habría sido encargada a un auditor independiente y la CNMV hubiera podido decidir sobre la equidad o no del precio de la misma.
 
En este caso es simplemente una operación de fusión que, pese a ser realmente de control ya que La Caixa pasa a tener el control del grupo Cívica, lo cual hace que las decisiones de cada una de las cajas del SIP pasen a un segundo plano, será considerada como tal, con el perjuicio a sus accionistas minoritarios.
 
Ayer, el consejero delegado de Caixabank, Juan María Nin, hizo una presentación de la operación a inversores y prensa, donde destacó que la operación era positiva para accionistas de La Caixa, porque elevaría los ratios de solvencia y capitalización de ambas, con sinergias que ahorrarían costes a ambas entidades por casi 900 millones de euros entre 2012 y 2014. Para muchos analistas, demasiado optimista.
 
De momento los accionistas de Banca Cívica han vivido la salida a bolsa más fugaz y esperpéntica de los últimos años: 8 meses, un 35% de pérdidas, y un sólo camino, aceptar el canje de la fusión, porque son lentejas