El ministro británico del Tesoro, Alistair Darling, es hoy blanco de los dardos de los empresarios, que le acusan de haber contribuido al hundimiento de la libra y acelerar la recesión en el Reino Unido con unas declaraciones catastrofistas sobre el estado de la economía. Después de que Darling afirmase en una entrevista publicada el pasado fin de semana que este país se enfrentaba a la peor crisis económica en sesenta años, la libra cayó el lunes a su nivel más bajo frente al euro desde 1999 -una libra: 1,23 euros- y tampoco le fue mejor frente al dólar al cotizar a sólo 1,799 cuando el mes pasado valía dos dólares. De poco sirvió que el ministro precisase poco después que al hablar de crisis había querido referirse a las condiciones internacionales y no a las específicas de este país. El daño ya estaba hecho. Por si fuera poco, la prensa publicó un informe preparado para el ministerio del Interior según el cual
la crisis tendría como consecuencia inmediata, además del incremento del paro, mayor criminalidad callejera, menor policía, más inmigración ilegal y un aumento del racismo y el extremismo ultraderechista.

