El líder del Ejército de Tailandia, el general Prayuth Chan-Ocha, ha declarado hoy que han tomando el control del Gobierno del país, según publica en estos momentos Reuters. Sin embargo, niega que se trata de un golpe de Estado, porque su decisión "tiene como objetivo restaurrar la paz y el orden público e impedir que estalle la violencia entre manifestantes antigubernamentales y progubernamentales".

Brad Adams, director de Human Rights Watch en Asia, comentó ayer que portavoces militares de Tailandia negaban que la intervención sería un golpe de Estado, pero se cuestionaba cómo llamar a una situación en la que el jefe del Ejército toma el poder absoluto de un Gobierno civil.

El cuerpo militar, que tiene una larga historia de interferir la políticas tailadensas, ha cumplido su amenaza, tras convocar a los líderes de grupos políticos rivales, a miembros de la Comisión Electoral y a senadores en una reunión ayer y tan sólo un día después de declarar la ley marcial.

La Comisión Electoral tailandesa se reunió ayer por separado para considerar la propuesta del Gobierno de unas elecciones el 3 de agosto. Por el momento, veintiocho personas han muerto y 700 han resultado heridas en este último capítulo de la lucha entre los seguidores del depuesto primer ministro Thaksin y el sistema monárquico, que dura ya más de una década.

Los disturbios han llevado al país al borde de la recesión y han avivado los temores a una guerra civil.

M.D.