La reunión de mañana del Banco Central Europeo (BCE) mantiene dividido al mercado, entre los que creen que la autoridad monetaria de la Zona Euro actuará para controlar el descenso de la inflación y los que creen que no lo hará porque esperará al próximo encuentro. La clásica previsión de “en esta reunión no, será en la siguiente” resulta poco novedosa, pero la repiten muchos de los expertos consultados, después de que los datos de inflación del pasado viernes fueran menos malos de lo esperado y rebajaran la presión sobre el equipo de Mario Draghi. Los inversores centrarán su atención en las previsiones de inflación para los próximos ejercicios que va a dar a conocer en BCE, esa es la única certidumbre. Las incertidumbres, muchas: ¿anunciarán ya nuevas medidas? ¿Cuáles? ¿Bajada de tipos de interés? ¿Tipos sobre depósitos en negativo?
Tom Rogers, economista senior de Ernst and Young, considera que la clave estará en si la previsión de inflación para 2016 está muy por debajo del objetivo de estabilidad de precios, que es el 2%. Esto determinará, en su opinión, que el BCE considere que tiene espacio para más medidas en los próximos meses. “Esperamos una inflación en 2016 del 1,8%, casi ideal en términos de la aspiración del BCE de 'por debajo, pero cerca del 2%'”. El problema, explica Rogers, es que este único porcentaje oculta la disparidad entre el 1% en el que quedarían los precios en España, Portugal o Grecia, y el 3% de Alemania. Y he aquí el problema de siempre: la distinta tolerancia de las heterogéneas economías de la Zona Euro a un mismo indicador y, por tanto, las dispares opiniones que alberga el BCE y que complican cualquiera de sus actuaciones.
El riesgo de deflación, ese al que apelan muchos para exigirle medidas inmediatas al BCE y que consiste en que la inflación se sitúe en tasas negativas, es una amenaza para la moneda común, pero también lo es una prolongada desinflación, es decir, que los precios suban poco, que es el escenario actual, y el que Draghi considera insuficiente para actuar. Las expectativas de precios a la baja posponen las inversiones y el consumo, un fenómeno incompatible con la recuperación económica. Además, corregir los desequilibrios económicos es mucho más difícil con baja inflación. Alemania se puede permitir el lujo de unos precios bajos, pero la periferia europea, no.
LAS POSIBLES MEDIDAS
A falta de consenso sobre si habrá o no actuación por parte del BCE, solo se puede aventurar cuáles serían los posibles escenarios. Más allá de la inacción y del habitual “estamos preparados para actuar en caso de que sea necesario”, que es una de las posibilidades, el equipo de Mario Draghi podría optar por varias medidas:
- Bajar los tipos de interés desde el actual mínimo histórico del 0,25% hasta el 0,15% o el 0,10% es una de ellas. El consenso de Reuters apuntaba la semana pasada que 26 de los 78 economistas consultados esperan un recorte en los tipos, mientras que la encuesta de Bloomberg, realizada a 54 expertos, arrojaba 14 opiniones favorables a la rebaja de los tipos, actualmente en el 0,25%. Ocho de esos 14 economistas esperan que el recorte sea de 15 puntos básicos, hasta el 0,1%, opinión que defienden brókers como Commerzbank y Morgan Stanley. Otros nombres esperan que esa rebaja sea hasta el 0,15%.
- Reducir el tipo de depósito, es decir, lo que se le paga a los bancos comerciales por depositar su dinero en el BCE. Esta cifra está actualmente en el 0,0%, por lo que se plantearía situarla en negativo, de modo que, a efectos prácticos, los bancos pagarían para que el BCE les guardara su dinero. Es la más polémica por las distorsiones que causa en los mercados financieros y la que más oposición encuentra entre los directivos del BCE. En Bloomberg, solo uno de 40 economistas consultados, en concreto, Michael Schubert de Commerzbank, espera que el tipos sobre depósitos caiga al -0,1%.
- Eliminar la esterilización del SMP, esto es, devolver al mercado el dinero que imprimió para comprar bonos soberanos en los momentos más duros de la crisis de deuda en Europa. Contrarrestaría la devolución de los LTROs con el fin de poner más liquidez en el mercado.
- Compra de activos, a saber, adquirir a los bancos comerciales de Europa paquetes de préstamos. Son los ABS. Si el BCE los compra, facilita que la banca conceda préstamos.
- Otras medidas creativas y novedosas. Una opción posible en un entorno desconocido, donde la aversión de Alemania dificulta poner en marcha estas medidas ya de por sí controvertidas.
Con todos los ojos puestos sobre las previsiones de inflación, un mes más Draghi podría encontrar argumentos para no actuar dejando siempre la puerta abierta para hacerlo “cuando sea necesario”. En economía, siempre puede verse el vaso “medio lleno, o medio vacío”.
María Gómez