La corrupción, la dimisión del presidente de la Federación Brasileña de Fútbol, las protestas y las muertes de trabajadores durante la construcción de los 12 estadios que albergarán el Mundial de Brasil han reavivado la polémica sobre qué países deberían acoger eventos como la cita que comienza el 12 de junio, que, se calcula, se retransmitirá a 3.200 millones de espectadores en todo el mundo.

Bloomberg también se ha preguntado dónde debería celebrarse el mundial y si habría que poner algún límite a los países que pueden optar a ser anfitriones. Brasil, Qatar y Rusia, que albergarán los tres próximos mundiales, están en el punto de mira, tanto por el coste de las obras (11.200, 20.000 y 200.000 millones de dólares, respectivamente, muy por encima de los 6.200 de Alemania o los 3.500 de Sudáfrica) como por las acusaciones de corrupción y violación de derechos civiles y humanos.

El precedente de Sochi, con las declaraciones de Vladimir Putin en contra de los homosexuales, y los últimos acontecimientos en Ucrania han puesto en entredicho la idoneidad de Rusia como anfitrión del mundial de 2018. Pero, sin duda, el mundial que más polémica está generando, incluso años antes de celebrarse, es el de Qatar.

Los rumores de corrupción se suman a las pésimas condiciones laborales de los trabajadores en las obras de las instalaciones, cuyas muertes se cuentan por cientos y podrían elevarse hasta 4.000 de aquí hasta que se celebre la cita. El presidente de la FIFA, Joseph Blatter, no ha tenido más remedio que admitir que la elección del emirato "fue un error".

Los defensores del actual proceso de selección, que favorece la rotación por continentes, argumentan que el Mundial permite a los países anfitriones dar a conocer su cultura y sus tradiciones. Los detractores alegan problemas institucionales y filosóficos. Creen que los países en vías de desarrollo deberían destinar los gastos de organizar este tipo de eventos a otros fines, y critican la corrupción en el proceso de selección.

En el caso de Qatar, The Sunday Times denunció que se pagaron 5 millones de dólares en sobornos para llevar el Mundial al emirato, mientras que Estados Unidos, que valora presentarse como candidato a albergar el mundial de 2026, exige un proceso más transparente. Los patrocinadores oficiales Sony y Adidas, que aportaron 404 millones a la FIFA en 2013, también están presionando para que se elimine toda opacidad de la elección de las sedes.

L.G.