El mercado está aburrido, muy aburrido, y todo apunta a que, salvo sustos en las elecciones europeas o cualquier otro "cisne negro" tipo Ucrania, la siguiente cita clave de los mercados es el 5 de junio. La reunión del Banco Central Europeo (BCE) del mes que viene se saldará previsiblemente con el esperado paquete de estímulos, pero las expectativas después de años esperando acciones concretas de la autoridad monetaria del Viejo Continente son directamente proporcionales a la potencial decepción.

Borja Gómez Quintanilla, analista del Departamento de Estrategia y Análisis de Inverseguros, advierte en El Diario del Seguro de que Draghi corre el riesgo de ser prisionero, “ya no de sus palabras, sino de la interpretación que se hace de ellas”. Este experto avisa de que, si no se articula ninguna acción de las que se barajan, como recorte de tipos de interés o rebaja a tasas negativas del tipo de interés sobre depósitos o facilidades de financiación para pymes, “la reacción de los mercados puede ser muy virulenta y, lo que es peor, su credibilidad podría verse comprometida”. Para Gómez, el activo más importante que puede tener un banquero central es el de su credibilidad, “ya que es la que le permite guiar a los mercados de la forma más adecuada para conseguir los objetivos de la autoridad monetaria”.

El presidente Draghi se ha mostrado una persona francamente capaz en términos de credibilidad. Como recuerda este experto, su labor desde el inicio de su mandato ha sido netamente positiva: “Logró evitar la ruptura del euro en una comparecencia en la que se empezaron a divisar los primeros rayos de luz en una crisis que no parecía tener fin, y posteriormente precipitó la corrección de unas rentabilidades de las economías periféricas del sur de Europa que amenazaban con comprometer la viabilidad de más de una economía de la Unión. Y todo ello sin gastar un solo euro, simplemente con el poder de la palabra”.

Conscientes en el BCE de esa amenazadora decepción, Gómez cree que lo más lógico es que se anuncie algún tipo de acción: desde una nueva reducción del tipo de intervención, dejando el de depósito en negativo, hasta articular compras de activos. Draghi jugó en la reunión de este mayo con las expectativas y abrió una puerta a la toma de acciones en junio, aunque sin asegurarla en ningún momento, ya que supeditó las mismas a la publicación de las nuevas previsiones macroeconómicas por parte del Consejo.

“Pese a ello, la mayoría de los inversores lo han dado como un hecho y eso se ha traducido en una fuerte depreciación de la divisa europea y en un fuerte rally de las bolsas y de la deuda pública periférica. Es decir, sin hacer nada de lo que se esperaba en un principio se consiguió el efecto deseado por todos. En realidad es algo que ya hizo el pasado mes de febrero con resultados similares”, concluye Gómez.

María Gómez

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