La confusión desatada en el sector financiero portugués con el desplome de las acciones de Banco Espírito Santo (BES) ha tumbado los mercados y la deuda portuguesa y ha traído de vuelta los temores sobre el sistema financiero europeo.
“El evento ha golpeado el sector financiero europeo como un torpedo y ha reavivado las pesadillas más oscuras de los inversores respecto a Europa”, señala Peter Garnry, de Saxo Bank, en declaraciones recogidas por MarketWatch.

La crisis de Banco Espírito Santo ha desencadenado una oleada de ventas y ha llevado el bono portugués a diez años a niveles que no veíamos desde la reunión de junio del Banco Central Europeo (BCE), con la rentabilidad en el entorno del 4%. Incluso ha contagiado a Wall Street.
Esta semana, BES no respondió a un pago de deuda a corto plazo. Esto levantó el nerviosismo en torno a la salud del sistema financiero portugués y hundió las acciones del grupo financiero hasta el punto de que la cotización de la entidad tuvo que ser suspendida este jueves.
En teoría, es improbable que el retraso en los cupones del banco luso se extienda al resto del sector financiero de Portugal, “pero el incidente revive las preocupaciones sobre la salida de los programas de rescate en Portugal y otros países de la Zona Euro”, señala MarketWatch, que recuerda que el país salió de su rescate en mayo.
“Probablemente se trata de un caso aislado, pero refleja claramente los problemas de un rescate mientras que la economía, el sistema financiero y las finanzas públicas aún se tambalean”, explican los analistas de RBC.
MarketWatch va más allá y asegura que “el caso de Espírito Santo puede ser aislado en teoría pero sugiere que los potenciales efectos adversos ya están provocando escalofríos al sector financiero europeo”. Entre las entidades a cuya cotización podría haber afectado el BES la publicación cuenta a Banco Comercial Português, Monte dei Paschi di Siena y Banco Popular.
L.G.