Hace menos de una década, Nokia y RIMM gobernaban el mundo de la venta de teléfonos móviles. Sus terminales poseían eso que en el mundo anglosajón más relamido llaman el “wow factor”, ése que hace que en la boca nos nazca una mueca de admiración y nos haga querer determinado artilugio. 

En un abrir y cerrar de ojos, dos compañías