A nivel internacional se reconoce que la principal amenaza para el crecimiento es la crisis de deuda pública en la UME y comienzan a pedir políticas monetarias agresivas que (1) reduzcan los costes de financiación y (2) deriven en una depreciación del euro. Una devaluación competitiva “consentida” que no hará más que permitir que el euro revierta hacia sus niveles