La parte central de la década del 2000 estuvo marcada por un contexto de reducida volatilidad en los mercados financieros. El entorno de robusto y diversificado crecimiento mundial motivó una caída de la aversión al riesgo, que a su vez motivó la reducción de la rentabilidad de inversiones como la deuda soberana de países desarrollados o las propias bolsas de estas economías, en comparación con las bolsas emergentes o la renta fija privada. A este entorno de aversión al riesgo muy reducida hay que sumarle un ciclo de tipos de interés en niveles reducidos durante un período de tiempo prolongado. 

Considerando la reducida volatilidad de los mercados, el intento de aprovechar las diferencias de tipos de interés entre divisas dio lugar a la proliferación de las estrategias de carry trade. Como hemos visto en otros artículos de esta unidad, una de las teorías de equilibrio en el mercado de divisas nos dice que el diferencial de tipos de interés entre dos monedas tiene que verse compensado en el largo plazo por la evolución del tipo de cambio bilateral, de forma que la divisa con tipos de interés más elevados tienda a depreciarse frente a aquella que tiene los tipos de interés más reducidos, de modo que no sea posible llevar a cabo arbitraje alguno en el mercado de divisas. En el mismo sentido supone que no se puede obtener un beneficio derivado de la inversión en divisas con tipos de interés elevados a través de la financiación en divisas con tipos de interés reducidos. La estrategia de carry trade sería un “desafío en toda regla” a la teoría de la paridad descubierta de tipos de interés.

A continuación reflejo un índice del yen con el fin de reflejar el “incumplimiento” de esta teoría, puesto que recoge la evolución de una cartera totalmente financiada en yenes, y totalmente invertida en divisas con tipos de interés elevados, como la rupia indonesa, baht tailandés y won coreano (base 100 enero de 2005). Se puede observar que entre  2005 y mediados de 2007, la paridad descubierta de los tipos de interés no se ha cumplido, puesto que con carácter recurrente el yen se ha depreciado contra estas divisas. Ahora bien, la condición indispensable para que las estrategias de carry trade funcionen es que la inestabilidad de los mercados sea reducida. En este sentido, la volatilidad en los mercados financieros se mantuvo en niveles muy reducidos durante ese periodo. Así, la primera consecuencia del estallido de la crisis subprime fue un notable incremento de la inestabilidad en los mercados financieros, cuyo efecto inmediato fue el cierre de posiciones cortas en yenes (zona 2 del gráfico). En la actualidad, la volatilidad que ha supuesto el potencial final de la política monetaria ultra expansiva de la Reserva Federal también ha provocado el cierre de operaciones de carry trade, con impacto notable en las divisas emergentes (zona 6 del gráfico). 

Y es que, el problema que plantea el incremento de la volatilidad es que la diferencia de tipos de interés puede verse más fácilmente compensada por la evolución del tipo de cambio, en comparación con un entorno en el que apenas hay inestabilidad en los mercados. A modo de conclusión, el reciente movimiento del yen demuestra que, si bien puede pasar mucho tiempo sin que la teoría de la paridad descubierta de tipos de interés se cumpla, la corrección de los desequilibrios termina produciéndose y, en la mayor parte de los casos, viene acompañada de un significativo repunte de la volatilidad en los mercados, que puede distorsionar el comportamiento del resto de activos financieros.