El riesgo podemos definirlo como la posible desviación entre la rentabilidad obtenida y la rentabilidad esperada, siendo por lo tanto una situación de incertidumbre respecto de la rentabilidad esperada. Ser capaces de medir el riesgo permite conocer hasta qué punto la rentabilidad que finalmente se obtendrá puede desviarse de lo esperado.
 
Para medir el riesgo necesitamos datos que comparar. Podemos hacerlo con relación a lo que ha sucedido en el pasado (medidas históricas del riesgo), podemos compararlo con otro activo o índice (medidas relativas del riesgo) o a través de medidas más complejas que nos permitan medir la capacidad de quien toma las decisioes (ratios complejos). Esto nos da un abanico de instrumentos para medir el riesgo, principalmente:
 
Medidas históricas: volatilidad, desviación estándar.
Medidas relativas: error de seguimiento, beta.
Medidas complejas: ratio sharpe, alfa.
 
De entre todas las medidas del riesgo, posiblemente la Beta sea una de las de utilidad más inmediata y fácilmente comprensible.
 
En tanto que conceptualmente una parte del riesgo corresponde al mercado y otra parte es específica del activo, sería deseable ser capaces de separar esos dos componentes del riesgo, de modo que conozcamos qué parte del riesgo asumido viene dado por el mercado y qué parte viene determinada por el activo concreto en el que se invierte. Eso es lo que hace la beta.
 
El coeficiente Beta mide la relación entre el riesgo sistemático de un valor concreto y el del conjunto del mercado, es decir de qué manera se relaciona un valor con el  mercado al que pertenece. La Beta de un valor establece cuantitativamente la relación entre el rendimiento medio de ese valor y el del mercado al que pertenece.
 
Beta = 1 significa que el rendimiento medio de ese valor es idéntico al del mercado al que pertenece.
 
Beta = 0,5 significa que los rendimientos de ese valor varían la mitad de los rendimientos del mercado al que pertenece.
 
Beta = 2,5 significa que el valor se mueve 2,5 veces lo que se mueve (siempre en promedio) el mercado al que pertenece.
 
Esto es así porque la beta examina la sensibilidad de un activo con respecto a los movimientos del mercado. Una beta
igual a 1 significa que el activo se moverá en consonancia con el mercado. Una beta mayor que 1 significa que el activo es "más" sensible a los movimientos del mercado. Por ejemplo, si la Bolsa sube un 10% ese activo puede subir un 15% o más. Por
el contrario, un activo con una beta menor que 1 es "menos" sensible al mercado y, por tanto, si la Bolsa sube un 10% el activo puede que suba sólo un 5%. Esta sensibilidad es aplicable tanto a las subidas como a las bajadas, de modo que si la Bolsa baja un 10% un activo con una beta alta puede descender un 15% o más. Los activos con betas altas suelen ser populares
en una racha bursátil alcista, pero pueden resultar malas inversiones en una fase bajista.
 
¿Qué es bueno o malo cuando hablamos de beta?
 
Como la beta mide la sensibilidad de un activo con respecto a los movimientos del mercado, la respuesta en realidad dependerá de cómo se haya comportado el mercado. En una fase alcista, una beta superior a 1 suele ser una buena noticia, ya que los rendimientos de la cartera hubieran aumentado en mayor proporción al mercado. En una fase bajista, quizás sea preferible una beta inferior a uno, ya que la rentabilidad del activo hubiera descendido en menor proporción al mercado. Determinar qué le conviene a un inversor, si un activo con beta alto o bajo, también dependerá de su grado de tolerancia al riesgo.
 
COmo la beta es una medida de la volatilidad del precio de un activo respecto al resto del mercado, es decir, cómo se mueve ese activo respecto del movimiento del resto del mercado, como primera aproximación práctica, una aceptación de mayor riesgo solamente parece razonable si se traduce en una mayor rentabilidad. 
 
De este modo si esperamos del mercado de referencia (con una beta de 1) una rentabilidad del 8%, de un activo con una beta de 1,5 deberíamos esperar una rentabilidad del 12%. De no ser así ese activo no justifica el riesgo que se asume. Desde este punto de vista los activos con una beta inferior a 1 serían más seguros y proporcionarían una menor rentablidad.
 
No obstante, la beta como medida aislada del riesgo también tiene sus limitaciones y conviene precisar:
 
- Su cálculo se basa en datos pasados que no necesariamente se replicarán en el futuro.
- La beta no incorpora transformaciónes en el propio negocio y resulta limitada.
- Aunque la beta nos da una medida del movimientde un activo respècto del conjunto del mercado, no discrimina cuando el movimiento es al alza o a la baja.
- Su utilidad más frecuente es en el corto plazo, cuando las decisiones son más rápidas y precisamos de una medida inmediata e intuitiva del riesgo.
- En el largo plazo pierde capacidad de estimación del riesgo.
 
Para la reflexión: 
 
- ¿Es deseable el riesgo en una inversión?
- Ciertos sectores tienen betas elevadas, otros presentan betas bajas. ¿Cuáles?
- ¿Qué beta quiero en mis activos?
- Imaginemos que durante las próximas semanas hubiera una corrección importante en los mercados, ¿qué beta buscaríamos en ese momento? ¿y cuando el mercado tocara lo que consideremos suelo?