Javier Molina y Oriol Blach destacan que Bitcoin, Ethereum y Solana han experimentado caídas significativas, de entre un 10% y un 20%. Este comportamiento ha generado inquietud entre los inversores, que buscan comprender las claves detrás de estos movimientos.

Bitcoin, a pesar de ser el activo que menos ha sufrido en el último mes, presenta una situación compleja. Aunque instituciones y empresas de tesorería están comprando activamente, adquiriendo cuatro veces más bitcoins de los que se venden, su precio no ha logrado despegar. La razón principal parece ser la toma de beneficios por parte de carteras que han mantenido Bitcoin durante más de una década y que ahora, con rentabilidades que superan el millón por ciento, están comenzando a vender.

Esta presión vendedora podría estar frenando el impulso alcista, a pesar de la fuerte demanda institucional. Además, el mercado cripto sigue estando fuertemente correlacionado con factores macroeconómicos, como las decisiones de la Reserva Federal sobre los tipos de interés. Un reciente recorte de tipos, que ya estaba descontado por el mercado, provocó una liquidación masiva de posiciones apalancadas en futuros de Bitcoin, evidenciando la sensibilidad del mercado a estos eventos.

Sin embargo, es importante matizar que estas “ballenas” o grandes tenedores no están liquidando sus posiciones para refugiarse en stablecoins, sino que están rotando su capital hacia otras criptomonedas con mayor potencial de revalorización, como Ethereum o Solana.

Ethereum, por su parte, ha vivido una subida histórica desde abril, llegando a triplicar su valor. Este impresionante rally ha sorprendido al mercado, que venía de un período de críticas hacia la red por sus altas comisiones y la competencia de otras plataformas. Sin embargo, la narrativa en torno a Ethereum ha cambiado drásticamente. Wall Street ahora ve a Ethereum no solo como un activo especulativo, sino como una infraestructura fundamental para la tokenización de activos y el desarrollo de stablecoins.

La reciente aprobación de la ley “genius act” ha reforzado esta visión, posicionando a Ethereum como un competidor directo de Bitcoin, no en términos de exclusión, sino de complementariedad. La corrección actual en su precio, desde los 4.800 a los 4.000 dólares, se considera sana y necesaria para consolidar las ganancias y permitir que el activo continúe su trayectoria ascendente, siempre y cuando los fundamentos que impulsaron su subida se mantengan sólidos.

Solana también ha experimentado un notable crecimiento, con su precio disparándose hasta los 250 dólares antes de corregir a 200. La red sigue mostrando una gran capacidad de innovación y está atrayendo el interés de instituciones. Un ejemplo curioso es el de una empresa de fitness que ha decidido destinar 100 millones de dólares a la tesorería de Solana, con la intención de participar activamente en el ecosistema DeFi. Este tipo de movimientos, sin embargo, también genera ciertas dudas sobre la sostenibilidad y la verdadera naturaleza de estas inversiones.

En cuanto a los ETFs, las probabilidades de que se apruebe un ETF de Solana en octubre son altas, lo que podría impulsar aún más su precio. La SEC incluso está trabajando en reglas para facilitar la creación de ETFs multiactivo, lo que permitiría a los inversores exponerse a una cesta de criptomonedas. No obstante, es crucial diferenciar entre empresas con modelos de negocio sólidos que invierten en criptomonedas y aquellas que nacen con el único propósito de especular, ya que estas últimas representan un riesgo considerable para los inversores.

En este contexto, la recomendación general es que, si se comprende la propuesta de valor de un activo, la forma más segura y directa de invertir es a través de plataformas de confianza, en lugar de recurrir a vehículos de inversión complejos y potencialmente engañosos.