Las Smart Cities son el enfoque estratégico de una necesidad imperiosa: la de orientar la vida y la cultura urbana hacia la sostenibilidad. Quizás no exista la ciudad perfecta. Pero la creencia que se ha instalado entre los líderes políticos, empresariales y sociales -enfatizan desde el World Economic Forum (WEF)- es que hay que tender hacia la perfección; hacia el desafío de concebir y diseñar capitales inteligentes. Porque, como recuerdan desde la OCDE, si no se toman medidas drásticas, el crecimiento económico y demográfico tendrá un impacto medioambiental y social sin precedentes. Dado que la mayoría de la población se concentrará en las grandes ciudades, se hace indispensable superar el desafío de los más de 2.000 millones de habitantes adicionales para 2050. La recuperación económica, al calor de las campañas de vacunación contra el Covid-19, han reactivado la dinámica de las ciudades, explica The Economist. Muy en especial, la de las grandes capitales de las potencias industrializadas. En las que proliferan de nuevo las demandas de servicios, de líneas de negocio y de compraventa y alquiler de inmuebles. “El impulso del PIB de estas naciones va aparejado al renacimiento de sus principales centros urbanos”, en los que la regeneración del empleo “empieza a bullir” a buen ritmo.
En Europa, las inyecciones del plan de estímulo fiscal -diseñado bajo el apellido de Recuperación, el Next Generation EU- tienen en la configuración de los proyectos de Smart Cities uno de sus canales de recepción de fondos de mayor enjundia. Digitalización y sostenibilidad se dan de la mano para acceder a los desembolsos de los recursos de las arcas comunitarias. En un asunto de prioridad máxima, ya que Bruselas había destinado más de un millar de euros al impulso de las ciudades inteligentes antes de la epidemia y en España más de 80 localidades se adscribieron a la red de ámbito nacional, en la que varias entidades como Red.es o la FEMP, la federación de municipios y provincias, colaboran junto al Colegio de Ingenieros de Telecomunicaciones, para -según reza en sus objetivos fundacionales- “promover la gestión automática y eficiente de las infraestructuras y los servicios urbanos, así como la reducción del gasto público y la mejora de la calidad de los servicios, consiguiendo de este modo atraer la actividad económica y generando progreso”. Sin embargo, el COIT, el ente colegial de una ingeniería clave para la modernización urbanística de las ciudades españolas, ha venido admitiendo “la falta de progresos en muchas de las iniciativas de Smart City en nuestro país”, en estados muy tempranos de su desarrollo o que ni tan siquiera superaban la fase piloto. Frente a iniciativas como la de Berlín, que se erige en la ciudad verde por excelencia. La histórica capital germana era ya, tras la reunificación, uno de los estandartes de transformación urbana del planeta. Pero ahora, se arroga el sello de ciudad verde. Hasta el punto de haber logrado que la sostenibilidad haya pasado a dominar el discurso político de cara a las elecciones de septiembre. Donde Berlín lleva la voz cantante.
El Gobierno de la ciudad-Estado germana ha hecho de la transformación de la capital hacia un espacio sostenible y digital su seña de identidad. Bajo una estrategia local altamente planificada, inmersa en los denominados Sart Cities Models, de corte federal, a la que Berlín ha sumado sus propias ambiciones, que le han reportado un grado de especificidad exclusiva. Su concepción no solo aborda prioridades de construcción marcadas con sello verde y neutralidad energética, sino que también se conforma desde el visto bueno labrado previamente mediante la participación de sus ciudadanos y los agentes económicos, profesionales y académicos. Como lo constata el CityLab Berlín, su laboratorio experimental de ideas, en el que se perfila el futuro de la ciudad. Un foro en el que están representados el gobierno berlinés, la sociedad civil, figuras del mundo docente y start-ups tecnológicas y de economía circular o colaborativa del que emanan nuevas ideas de viabilidad urbana entre sus 3,6 millones de residentes. Y que enarbola la digitalización como su política motriz. “Una oportunidad para repensar los procesos existentes, desmantelar barreras sociales y crear nuevas formas de participación cívica”, precisan antes de concluir que City Lab Berlín no es una propuesta única o con fecha de caducidad, sino “un experimento dinamizador del desarrollo de la ciudad”.
Es uno de los buques insignia a seguir. Porque la potencialidad de las ciudades españolas para convertirse en inteligentes es innegable. Madrid y Barcelona, por ejemplo, se sitúan entre las 30 ciudades más inteligentes del mundo según el Índice IESE Cities in Motion 2020, que consolida a Londres en la cima del ranking de las urbes digitales y sostenibles; por delante de Nueva York y de París. En puestos sucesivos -el vigésimo quinto y vigésimo sexto-, respectivamente. Dentro de una clasificación que examina 174 ciudades a partir de 101 indicadores. Con las europeas en claro dominio del desafío -27 entre los 50 primeros puestos- frente a las 14 estadounidenses, 5 asiáticas y 4 de Oceanía. El estudio de la escuela de negocios española considera que el Covid-19 “representa una oportunidad para repensar las estrategias urbanas y aumentar su capacidad de recuperación”. Entre otras razones, porque la resiliencia ante las adversidades económicas y empresariales de la Gran Pandemia ha incentivado la colaboración público-privada, que puede ser el nuevo paradigma de las ciudades. Así como el inicio de un boom de gasto. Un reciente informe de IDC Research España, cifra el desembolso global en tecnologías para la evolución de las ciudades inteligentes más allá de los 135.000 millones de dólares este año; dirigidos, por este orden, al transporte conectado, la seguridad de los datos de acceso público, los sistemas de iluminación, la monitorización medioambiental, y las infraestructuras inteligentes. Mientras que otro estudio, elaborado por KPMG, afirma que los ayuntamientos españoles con más de 200.000 habitantes destinarán entre 20 y 40 millones de euros a su evolución inteligente. En las páginas del mismo -Hacia la Ciudad 4.0-, también se avanza que el sector privado destinará otra parte suculenta a la transformación tecnológica de las ciudades. “España cuenta con 6.210 millones de euros aportados por empresas privadas, según el informe Smart Start, de Siemens Financial Services.
Ante este panorama, varias cotizadas, de distintos segmentos de actividad, ofrecen sus visiones sobre el futuro de las Smart Cities españolas.
Telefonica: La operadora dice estar trabajando con 35 municipios, diputaciones y Comunidades Autónomas para ayudarles a convertirse en ciudades más inteligentes, poniendo a disposición de los poderes públicos y los ciudadanos la tecnología para mejorar los servicios en las urbes y adaptarlas a las nuevas tendencias que vienen (como el coche autónomo o las infraestructuras conectadas) en base a sus necesidades, su población y sus características. Entre ellos, destaca la puesta en marcha de la plataforma Thinking City que permite mejorar la calidad de los servicios públicos, integrando su automatización (como, por ejemplo, el alumbrado público o el servicio de la recogida de basuras), y que proporcionan información anonimizada sobre los principales indicadores de la ciudad (como la movilidad ciudadana, el uso de equipamientos urbanos, el gasto de agua, etc.). Todo ello -explican fuentes de la multinacional hispana- permite establecer las bases para una gestión más predictiva de la ciudad o los territorios, que lleve a una mayor planificación de los servicios y mejora en la gestión de los recursos. Es el caso de Valencia Ciudad Inteligente, Santander Smart Citizen, o Smart Guadalajara. Pero “también ofrecemos soluciones relacionadas con los ciudadanos que permiten atender y cubrir necesidades individuales”, como la aplicación de localización y guiado en interiores, AENA Maps para 7 aeropuertos españoles; la puesta en marcha de una tarjeta ciudadana que centralice en un único elemento el acceso a los servicios o pagos del Ayuntamiento en Santander; el establecimiento de espacios cardio protegidos en ubicaciones municipales y con gran afluencia de tráfico, como el Metro; o la sensorización de monumentos históricos para ayudar a su conservación preventiva, como ha ocurrido con las murallas de Ávila.
Desde Telefónica se señala que “uno de los pilares de nuestro negocio es ayudar a las empresas de todos los tamaños en su proceso de digitalización porque la tecnología les ayudará en su camino hacia un modelo más rentable y sostenible”. De ahí que la transformación digital no sólo ataña al sector empresarial, sino también al ciudadano; por lo tanto, “nosotros enfocamos las Smart Cities como el resultado de aplicar la digitalización a ciudades y municipios bajo una estrategia que tenga en cuenta sus necesidades y que ponga la tecnología al servicio de las personas”. Además -resaltan las mismas fuentes- “las ciudades inteligentes son, básicamente ciudades conectadas que necesitan una infraestructura en la base para obtener conectividad”. Por lo tanto, el papel de Telefónica y de las operadoras en general es básico a la hora de pensar en ellas.
Aunque, desde “nuestra compañía, además, proporcionamos una plataforma interoperable que integra todos los servicios y que facilita su gestión”. Todo ello enlaza con la sociedad en la que vivimos y que se basa en la economía de datos.
Este modelo económico permite a las empresas y organizaciones capturar esta información y utilizarla para que sea provechosa y permita gestionar de forma más eficaz los recursos que tenemos. Es el caso de la movilidad inteligente. A través de datos anonimizados y agregados procedentes de la red móvil, podemos tener una información relevante sobre el movimiento de las personas que nos puede ser de utilidad a la hora de organizar el transporte en las ciudades. Gracias a los datos recogidos a través de diferentes sensores instalados en calles, vehículos públicos o en los dispositivos que utilizan habitualmente los habitantes podemos crear un ecosistema eficiente de datos que pueden optimizar tramites tan importantes y habituales en las ciudades como son la seguridad, gestión de residuos o las plazas de aparcamiento. Por eso, es importante contar con una solución segura para almacenar esos datos y hacerlos accesibles para poder convertirlos en información útil en la que basarnos para tomar decisiones. Y toda esa capacidad de almacenamiento, escalabilidad, seguridad y procesamientos es lo que aporta el cloud computing.
En Telefónica apuestan por la colaboración público-privada para concretar e impulsar agendas de Smart Cities en España: “sería conveniente que hubiera un consenso entre todos los agentes implicados para configurar una auténtica estrategia nacional en materia de Smart Cities, porque, aunque no hay un único modelo de ciudad inteligente, tanto las personas como ‘las cosas’ que se utilizan en las ciudades interactúan entre sí”. Algo que resulta todavía más importante en las fases iniciales de la construcción de las Smart Cities, donde es preciso que se sigan unas normas y se trace el camino a seguir. “Y aquí, España podría liderar la conversación y el modelo ya que junto con Reino Unido e Italia son los países con más experiencias implantadas”, enfatizan estas mismas fuentes. Por ejemplo, en Telefónica hemos apostado por una plataforma interoperable, basadas en estándares de software abierto Fireware promovida por la Unión Europea, para que las plataformas de ciudad/territorio sean interoperables entre distintas ciudades y niveles de competencia (ciudad, diputación, comunidades autónomas y gobierno), y que puedan compartir e intercambiar datos.
FCC: Desde la firma constructora se especifica que la aparición del COVID-19 “ha supuesto una transformación en la forma de diseñar o conceptualizar las ciudades, en la manera en que nos vamos a comunicar y mover”. FCC Construcción ha sido la primera empresa de este sector en el mundo en unirse (hace dos años) al grupo de finanzas sostenibles del Pacto Mundial de las Nacionales Unidas. Y, a pesar de las dificultades del año 2020, “no hemos dejado de trabajar y de construir infraestructuras sostenibles, apostando por la innovación y la transición hacia una economía baja en carbono y contribuyendo a la creación de riqueza y generación de tejido socioeconómico para las comunidades locales cercanas a nuestros proyectos de construcción”. Sin embargo, “estamos en la década de la acción”. Porque apenas quedan 10 años para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, en 2030. Y “hemos querido marcar 2020 como un punto de inflexión y acelerar la implantación de soluciones sostenibles dirigidas a los principales retos globales, para lo que FCC Construcción se plantea los siguientes desafíos futuros en las tres dimensiones preferenciales de la sostenibilidad:
- Desde el prisma ambiental, resulta clave el análisis de los criterios recogidos en el Pacto Verde Europeo, que nos ayudará a estructurar la estrategia ambiental de la empresa en torno a los mismos. Asimismo, queremos trazar un plan para alcanzar la neutralidad climática en 2050 e innovar en materiales, tecnologías, procesos y métodos de construcción, que sean más eficientes e impliquen una menor huella de carbono de los proyectos a ejecutar, así como una menor generación de residuos, fomentando el concepto de economía circular.
- En relación a la dimensión social, los principales retos de FCC Construcción son motivar a la plantilla para contar con los mejores profesionales, incrementar la formación on-line, potenciar la formación BIM, incrementar la presencia de mujeres en la plantilla y en puestos directivos, continuar promoviendo la cultura preventiva en la empresa y reforzar la información proporcionada a las subcontratas sobre riesgos de seguridad y salud, digitalizar las acciones de comunicación, gestionar con los diferentes fabricantes los incrementos de precios de materias primas, desarrollar un nuevo sistema de gestión de la organización que facilite la consulta y participación de los usuarios, y continuar desarrollando acciones e iniciativas para involucrar a las comunidades locales en la actividad de la compañía.
- Considerando la gobernanza y al contexto económico, la organización pretende ampliar la cartera de proyectos en regiones estratégicas, trabajar para consolidar la fase de recuperación económica y social post-pandémica, y continuar avanzando en la transformación digital de la empresa, alinear las actividades económicas de FCC Construcción con la taxonomía de finanzas sostenibles de la UE, conseguir certificar el sistema de Gestión de I+D+i según norma UNE 166002 en MATINSA y FCC Industrial, promocionar proyectos de innovación relacionados con los retos de la Sociedad y el refuerzo de las capacidades tecnológicas e industriales, seguir impartiendo formación en materia de cumplimiento y de Código Ético y de Conducta y certificar el sistema de gestión de compliance del Grupo FCC.
En un contexto post-Covid, en el que el conjunto social se esfuerza por alcanzar la recuperación, ha quedado muy patente la necesidad de no volver a adoptar determinados comportamientos anteriores a la irrupción del Covid-19. “Debemos hacer un nuevo y mayor esfuerzo por seguir incorporando los criterios ambientales, sociales y de gobierno corporativo a nuestra estrategia de negocio, y seguir implementando y promocionando los Principios del Pacto Mundial de la ONU en materia de derechos humanos, trabajo, medio ambiente y anticorrupción”, explican desde FCC. Siendo conocedores de que nuestras decisiones y actuaciones tienen repercusiones en el entorno a largo plazo, FCC Construcción trabaja activamente para minimizar su impacto ambiental y contribuir a la descarbonización de la economía. Para ello, seguimos aplicando de forma generalizada nuestra metodología de Buenas Prácticas en las obras del conjunto de países en los que tenemos presencia y en 2020 hemos realizado auditorías energéticas en cuarenta obras y centros fijos de FCC Construcción en España, además de haber identificado riesgos y oportunidades ambientales en el 99% de los emplazamientos de FCC Construcción.
La economía circular -dicen las mismas fuentes de la multinacional- se erige en FCC Construcción como una estrategia fundamental para minimizar los impactos de la actividad en el entorno. Además de ser la primera empresa de construcción, a través de la FCC Industrial, en recibir el certificado del sistema de trazabilidad de gestión de residuos Residuo Cero de AENOR, “continuamos promoviendo la digitalización para optimizar el consumo de recursos de los proyectos en fases tempranas”. Muestra de ello es la reutilización de más de dos millones de metros cúbicos de tierras y escombro limpio sobrante de las obras ejecutadas en 2020. Como parte de “nuestra lucha” contra el cambio climático, en 2010 fuimos la primera constructora española en verificar su informe de emisiones GEI por una empresa externa acreditada y, diez años después, hemos conseguido ampliar el alcance de la actividad verificada bajo la Norma ISO 14064-1 al 100% de los países en los que FCC Construcción está presente, cumpliendo así con la estrategia de la organización y nuestra contribución al ODS 13 de Acción por el Clima. Asimismo, en 2020, hemos reducido los consumos de energía y materiales de construcción frente a 2019 y hemos impulsado la realización de sesiones formativas para empleados relativas al cambio climático y la sostenibilidad ambiental. “Queda claro que las necesidades del presente requieren soluciones sostenibles, alineadas con la Agenda 2030 y el Pacto Verde Europeo”. Así pues, desde FCC Construcción “seguiremos trabajando para que los proyectos que diseñamos y construimos sean capaces de dar una respuesta integral a los desafíos a los que se enfrenta la sociedad, como la descarbonización de la economía, el establecimiento de relaciones colaborativas, la circularidad de los materiales, la digitalización de los procesos de producción, la prosperidad de las comunidades locales o el incremento de la financiación de proyectos con mayor potencial ambiental y social”. Porque “creemos que es fundamental impulsar el desarrollo de relaciones colaborativas en todos los ámbitos”. Entre el sector privado, las Administraciones Públicas, la sociedad y otros grupos de interés, de modo que seamos capaces de establecer alianzas y lograr los objetivos estratégicos de nuestra empresa, pero también de la Sociedad en su conjunto.
En el 120 aniversario de FCC Construcción, hemos obtenido grandes contratos internacionales, como el diseño y construcción de la autopista E6 Ulsberg-Vindasliene (Noruega), el diseño, construcción y mantenimiento del tramo 2 del Tren Maya (México), la ampliación de la autovía A465 en Gales o el diseño y construcción de un nuevo hospital en Jersey (Reino Unido), cerrando el ejercicio con una cifra de negocio de 1.611 millones de euros. A pesar de ello, se ha producido un incremento de los ingresos procedentes de la actividad doméstica respecto a los ejercicios anteriores, lo que “nos ha convertido en la cuarta firma constructora en España, según volumen de contratación y la trigésimo sexta del mundo por actividad internacional (listado ENR 250 top international construction).
Conscientes de que la innovación “debe ser nuestro motor de mejora y el elemento clave para alcanzar nuestros objetivos, FCC Construcción sigue apostando por la innovación y los últimos avances tecnológicos, como la ampliación del alcance de la metodología BIM, para incorporarlos a un espectro más amplio de la compañía, apoyando su estrategia e implantación en obra; por medio de “proyectos específicos, en colaboración con compañías especializadas en la misma”. Asimismo, se están llevando a cabo varios proyectos de I+D+i en esta línea -ROBIM, ONLYBIM o SAFETY4D. Otra de las políticas prioritarias para la empresa es la construcción sostenible, por lo que en 2020 se ha participado activamente en más de 45 grupos de trabajo relacionados con la construcción sostenible, el medio ambiente y la innovación, ámbito al que se ha dedicado el 27% de la inversión en I+D+i de la organización.
Ferrovial. La multinacional española, operador global de infraestructuras, afirma tener un sólido compromiso con el desarrollo de soluciones sostenibles, que se refleja en el plan estratégico presentado el pasado año y que tiene como foco prioritario en la promoción, construcción y gestión de infraestructuras sostenibles. Además, fija como países principales EEUU, Canadá, Reino Unido, España y Polonia, dejando la puerta abierta a explorar otras oportunidades de generación de valor en otros mercados, como Chile, Colombia y Perú.
En su vocación por construir unas infraestructuras sostenibles, la compañía ha puesto en marcha tres nuevos modelos: el de movilidad, electrificación y agua.
La unidad de negocio de movilidad nace con el objetivo de dar respuesta a los nuevos hábitos de los ciudadanos, la disrupción tecnológica, el cuidado del medio ambiente y la congestión del tráfico en las ciudades. Gracias a la experiencia en el desarrollo y la operación de infraestructuras de transporte y el conocimiento de sus usuarios, ofrece servicios de movilidad innovadores que se adaptan a las nuevas demandas del mercado, apostando por infraestructuras adaptadas a la movilidad conectada, autónoma, compartida y eléctrica. En este contexto, junto con Renault, ha puesto en marcha ZITY, un servicio de coche eléctrico compartido que se alquila por minutos. Tras la buena acogida en Madrid, ambas empresas ampliaron el servicio a París y está previsto que llegue a otras ciudades europeas. Actualmente, cuenta con una flota de más de 750 Renault ZOE 100% eléctricos. Además, desde Ferrovial Aeropuertos se apuesta por nuevas formas de transporte como son los aviones eléctricos de despegue y aterrizaje vertical (eVTOL), también conocidos como taxis voladores. En concreto, la compañía va a desarrollar una red de más de diez vertipuertos en EEUU, ofreciendo una nueva forma de transporte alternativa y libre de emisiones. 
El negocio de agua se articula a través de Cadagua, filial que construye y gestiona plantas de tratamiento y depuración de agua desarrollando tecnologías de depuración, potabilización y desalación con la máxima calidad, respetando siempre al medio ambiente. En sus 50 años de historia, ha desarrollado proyectos como estaciones de agua potable para el consumo humano, estaciones depuradoras de aguas residuales, plantas de secado térmico de fangos de las depuradoras urbanas y desaladoras de agua de mar. Entre los proyectos llevados a cabo destacan la planta de Al Ghubrah en Omán, la planta de Al-Zawrah en Ajman, la Rambla de Valdelentisco, Águilas-Guadalentín, Alicante o la de Ceuta.
En cuanto al negocio de electrificación, se lleva a cabo a través del desarrollo de líneas de transmisión eléctrica en Chile. En la actualidad, opera tres líneas de transmisión. En concreto, cuenta con el activo en operación Transchile y los proyectos de Centella y Tap Mauro, en fase de construcción. La combinación de esos proyectos en construcción y del negocio de Transchile –una línea de 204 kilómetros al sur del país–, hacen que Ferrovial ya cuente con 2.160 MW de capacidad en Chile que lo convierten en un actor relevante del sector en el país andino. 
Asimismo, Ferrovial “quiere ser un actor clave en la recuperación económica”, explican fuentes de la compañía. Por este motivo, “está siguiendo el Plan de Recuperación impulsado por la Unión Europea, conocido como Next Generation”. Hasta el momento, liderando 38 proyectos mientras participa como socio en otros 24. El importe de la inversión de los primeros supera los 5.000 millones de euros en iniciativas de rehabilitación urbanística, de transformación de polígonos industriales, economía circular, infraestructura conectada y movilidad urbana. “La participación de Ferrovial en estos proyectos responde a nuestra vocación por ser un actor activo en el desarrollo y la transformación del país, en un esfuerzo que exige la participación del sector público y del privado”.
FacePhi. Las Smart Cities -dicen fuentes de la firma de sistemas de seguridad biométricos- son un modelo complejo que implica la aplicación de nuevas tecnologías e innovación en el correcto funcionamiento de aquellos sectores y trámites que se desarrollan de manera cotidiana en una ciudad convencional como el transporte, la sanidad, las compras, la banca o el entretenimiento, entre otros. “Es aquí donde entra en juego la tecnología de verificación de identidad de FacePhi, al posibilitar de forma segura, rápida y eficiente, el desarrollo de todas las actividades que se llevan a cabo en una ciudad, convirtiéndola así en una Smart City, y permitiendo al ciudadano el acceso seguro a un amplio abanico de servicios; todo esto sin necesidad de realizarse más que un selfie para probar su identidad. sustituyendo así procedimientos tradicionales como la típica videollamada para finalizar un proceso de apertura de cuenta. Es por ello por lo que, en esta búsqueda de crear ciudades contactless, la biometría junto con el onboarding digital, son las herramientas a usar por el conjunto de sectores allí establecidos como bancos, restaurantes, entidades gubernamentales, hospitales y tiendas, para ofrecer sus diferentes servicios.
Con nuestra entrada en el sector de las Smart Cities, -explican desde FacePhi- a través de la firma del acuerdo con la coreana City Labs para proveer de tecnología para la verificación digital de identidad a toda la población y visitantes de la isla de Jeju -la más grande de Corea-, participamos de nuestra primera iniciativa de identidad digital descentralizada. Mediante esta experiencia, “hemos sido capaces de aplicar, en un solo lugar, todos aquellos casos de uso puestos en marcha con nuestros clientes a nivel mundial, como el cobro de pensiones, el acceso a aviones y estadios, la gestión de citas y pruebas en hospitales, eliminando el uso de contraseñas, evitando el desplazamiento físico y ofreciendo la opción de realizar cualquier tipo de transacción diaria de forma segura, entre otras”. Esto viene no solo a demostrar que nuestra tecnología sería muy aplicable a acciones cotidianas como alquilar un coche, el acceso al transporte público, al cobro de nóminas o pensiones, para ir al hospital, para comprar en tiendas o a realizar transacciones bancarias y, todo sin depender de documentos físicos; sino que también demuestra que estamos preparados para ofrecer e implementar nuestros productos, de forma inminente, a cualquier gobierno o firma que quiera apostar por la innovación en cualquier mercado, tanto el nacional, como en el panorama internacional, explican en la multinacional hispana. “Teniendo como seña distintiva de la firma el impulso de la biometría para mejorar la experiencia de clientes y el respeto al derecho a la privacidad de los datos de los particulares, la participación en proyectos como la smart city de la isla de Jeju, donde los usuarios a través de un wallet digital tienen el control total de sus datos, obteniendo así un mayor nivel de ciberseguridad y protección de la información, se torna clave para el desarrollo de la hoja de ruta estratégica que tenemos marcada desde FacePhi.
Desde la compañía enfatizan que las posibilidades de negocio son infinitas, al ser las smart cities espacios en los que se busca digitalizar todos los procesos, pudiendo aplicar diversas soluciones biométricas y de onboarding. “Nuestra misión es seguir trabajando en el desarrollo soluciones de verificación de la identidad digital, buscando siempre la mejora y la excelencia en las mismas, con el fin de que se pueda hacer de la forma más rápida, fácil y segura posible”. De ahí que todo esto, “enfocado a conseguir una perfecta sintonía entre el ofertante de la tecnología, en este caso nosotros, y a los operadores que buscan adquirir nuestras soluciones y las entidades regulatorias”. En FacePhi destacamos por la proactividad en nuestras acciones para que, junto a clientes y entidades reguladoras, trabajemos juntos para introducir y regular el uso de tecnologías innovadoras y disruptivas como las nuestras. Por ejemplo, en Corea del Sur, “hemos conseguido que se adapte la regulación para eliminar requerimientos legales como las videollamadas de validación en los procesos de apertura de cuentas en una entidad financiera, en pro de mejorar la experiencia del usuario y el funcionamiento de, en el caso de las smart cities, todos los sistemas”.
FacePhi siempre se ha destacado por trabajar en productos de amplio cumplimiento normativo, siempre con el consentimiento del usuario, y adaptable a todas las plataformas de integración, sectores de negocio y perfiles de cliente. Por lo que actualmente disponemos de soluciones listas para ser aplicadas en cualquier industria o para replicarlas en cualquier lugar, por separado, o de forma conjunta como en el caso de las Smart Cities. En este sentido, nuestra incorporación a las ciudades inteligentes “ha llegado de la mano de City Labs, pero impulsado de base por el gobierno surcoreano”. Una clara muestra de las necesidades que algunos gobiernos se plantean sobre cómo hacer su ciudades más innovadoras, seguras y eficientes y, desde FacePhi buscamos, a través de nuestras soluciones, poder dar respuesta a estas inquietudes, a la vez que orientar nuestras estrategias hacia nuevos desafíos. Y en seguir investigando e innovando para añadir valor, mejorando continuamente nuestras soluciones y desarrollando nuevas. Eso sí, bajo el marco de que sea una tecnología segura que transmita confianza al regulador, al cliente y al usuario. Pero la aplicación efectiva de la tecnología -advierten- para brindar soluciones distintas y diferenciadas no acaba teniendo una repercusión más inmediata si no existe una conversación continua y acuerdos entre los agentes implicados, para poder aplicar esa tecnología. Las Smart Cities son un desarrollo urbano basado en la sostenibilidad, capaces de responder a necesidades básicas de instituciones, empresas y de sus habitantes, tanto económicamente como en los aspectos sociales y ambientales. Todo esto teniendo en cuenta que la aplicación de la tecnología, algoritmos, cloud, big data, inteligencia artificial y blockchain repercute y es aplicable a todos los sectores que conforman una ciudad del “futuro”, que ya se está convirtiendo en realidad. Por todo ello, “creemos necesario un consenso para conseguir, de una forma que satisfaga a todos los agentes implicados, soluciones que contribuyan a crear ciudades donde los usuarios tengan el control total de sus datos, alcanzando de esta forma un mayor nivel de ciberseguridad y de protección de la información”.
Indra. Alberto Bernal, director de Negocio de Smart Cities de Minsait, unidad de transformación digital de la multinacional española, recuerda que, “desde hace más de diez años, en Minsait, hemos apostado por desarrollar una propuesta de valor completa, desde la consultoría y el acompañamiento, pasando por soluciones de gestión inteligente de los diversos ámbitos de gestión y operación de los servicios y espacios públicos, incluyendo plataformas de gestión integrada e inteligente, hasta la operación de las infraestructuras y servicios físicos”. Y “lo hemos hecho con un enfoque de ecosistema abierto, construyendo soluciones propias e integrando soluciones de socios y aliados a nivel global para dar respuesta a los retos urbanísticos, medioambientales, sociales y económicos a los que se enfrentan las urbes y territorios”.
En la firma “creemos firmemente en la colaboración público-privada como factor de éxito del desarrollo de las ciudades y territorios inteligentes y sostenibles”. Por lo que “nos enfocamos en conseguir impactos tangibles en términos de eficiencia en costes, calidad de servicio y satisfacción ciudadana y la generación de ingresos a través de modelos de negocio innovadores”. Al tiempo que “hemos medido esos impactos, que se han traducido, por ejemplo, en ahorros que alcanzan el 30% en el consumo de agua para riego de parques y jardines y hasta un 40% el consumo energético de alumbrado y edificios públicos”. De igual forma que “hemos logrado disminuir por encima del 20% las emisiones de CO2 al reducir el tiempo empleado por los vehículos en la búsqueda de aparcamiento, mejorar hasta un 25% en los tiempos de resolución de solicitudes, quejas o sugerencias de los ciudadanos, e incrementar los ingresos por ocupación y uso de activos públicos”. Ciudades como Casablanca, Ámsterdam, Amberes, Helsinki, Madrid, Las Palmas de Gran Canaria, Logroño o Cáceres, ya reflejan el impacto positivo de esta gestión integrada, transversal y sostenible para mejorar la calidad de vida de sus habitantes gracias a nuestras soluciones digitales.
Sobre la necesidad de buscar consensos entre agentes económicos, autoridades municipales y estatales y movimientos sociales y vecinales para configurar una auténtica estrategia nacional en materia de Smart Cities en España, Bernal recuerda que “ha habido diversas iniciativas en esta dirección, con colaboración del ámbito público y la industria, desde programas como el Plan Nacional de Territorios Inteligentes, el desarrollo de normas y estándares o la creación e impulso de redes de ciudades y destinos inteligentes”. Pensamos que toda la experiencia acumulada en estos últimos años -incide- “debe ser la base desde la que impulsar un sistema nacional de inteligencia urbana, en el que tengan cabida todas las ciudades que lo deseen, que sirva para compartir sus datos como base para diseñar y poner en marcha modelos urbanos que den la mejor respuesta a cada ciudad en función de sus retos particulares, utilizando la experiencia del resto. Porque “estamos convencidos de que la incorporación de la inteligencia a ciudades y territorios inteligentes será el motor de un nuevo modelo económico más sostenible y resiliente, que incidirá especialmente en la recuperación de los sectores productivos clave de nuestro país, como son el turismo, la agroalimentación y la industria, que han sido muy afectados por la pandemia”.