
Los ataques con drones contra infraestructuras clave han puesto a prueba la capacidad de producción de combustible de Moscú, obligando a reconsiderar medidas de control que afectan tanto al mercado interno como al internacional.
En este contexto, el gobierno ruso se plantea prolongar la prohibición de exportar gasolina más allá de los plazos previamente anunciados. La medida busca asegurar el suministro doméstico en un momento en el que la presión bélica ha reducido la capacidad de refinación.
Esta decisión, que parece cada vez más probable, podría reconfigurar los flujos energéticos en Europa y Asia, donde muchos países dependen de la producción rusa para mantener estable su abastecimiento.
Escenario actual de la prohibición
Rusia había prorrogado a finales de agosto la prohibición de exportaciones de gasolina hasta el 30 de septiembre de 2025 para productores y hasta el 31 de octubre del mismo año para comerciantes no productores.
Ahora se estudia ampliar nuevamente la restricción para que alcance a todos los productores hasta el 31 de octubre. Según fuentes citadas por la agencia Interfax, la medida tiene una alta probabilidad de materializarse.
La prohibición de exportar gasolina responde a la necesidad de priorizar el consumo interno y evitar un desabastecimiento que podría derivar en tensiones sociales y económicas.
Aunque el diésel no enfrenta, por el momento, una restricción similar debido a un suministro suficiente, expertos del sector no descartan que pueda verse afectado si la situación bélica continúa deteriorando la capacidad industrial.
Impacto de los ataques con drones
Los recientes ataques ucranianos han puesto en jaque la infraestructura energética rusa. Según datos recogidos por Reuters, la capacidad de refinación se redujo en hasta un 20% en determinados días debido a los daños en instalaciones clave.
Aunque el gobierno no ha ofrecido cifras oficiales, se calcula que al menos diez refinerías han sido alcanzadas por drones, algunas de las cuales han debido detener temporalmente su actividad.Entre los episodios más graves destaca el ataque contra la refinería de Riazán, situada al sureste de Moscú y gestionada por Rosneft.
Con una capacidad de procesamiento de más de 260.000 barriles diarios, esta instalación representa alrededor del 5% de la capacidad total de refinación de Rusia. Su paralización temporal constituye un golpe significativo para el suministro nacional. Otro objetivo afectado ha sido el complejo de carga y procesamiento de gas en el puerto de Ust-Luga, en el mar Báltico. Los informes sugieren que las reparaciones en la unidad más dañada podrían tardar hasta seis meses, un plazo que compromete la capacidad exportadora de Rusia en un punto estratégico de salida hacia Europa.
Escasez y repercusiones internas
Aunque no se ha producido un colapso generalizado en las estaciones de servicio rusas, la escasez de determinados grados de gasolina ya es perceptible en varias regiones.
Comerciantes y minoristas consultados señalan que los combustibles más demandados no siempre están disponibles, lo que genera incertidumbre entre los consumidores.
El Ministerio de Energía se esfuerza en mostrar tranquilidad, asegurando que no existe riesgo inmediato de desabastecimiento general.
Sin embargo, la prolongación de la prohibición de exportar gasolina revela que la presión sobre el mercado interno es real y que el Kremlin se ve obligado a sacrificar ingresos por exportaciones para garantizar estabilidad en el consumo doméstico.
Consecuencias para el mercado internacional
Rusia es uno de los mayores exportadores de productos refinados del mundo. La decisión de mantener restricciones a las exportaciones de gasolina altera los equilibrios de un mercado que ya vive bajo tensión desde el inicio de la guerra en Ucrania y las sanciones impuestas por Occidente.
Países en África, Asia Central y algunas naciones del sudeste asiático que dependen de la gasolina rusa para abastecerse podrían enfrentar un incremento en el coste de sus importaciones.

Esta situación favorece a otros exportadores como India o Arabia Saudí, que podrían ocupar el espacio dejado por Rusia en determinados mercados.
Un informe de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) advierte que las interrupciones en el suministro ruso, sumadas a la volatilidad de Oriente Medio, pueden generar un efecto dominó en los precios internacionales de los combustibles durante los próximos meses.

