Lo más llamativo estos días es que los principales índices estadounidenses siguen marcando máximos históricos, incluso en septiembre, que suele ser un mes débil. Tanto el Nasdaq 100, como el S&P 500 y el Dow Jones están impulsados por la expectativa de recortes de tipos de la Reserva Federal. Este apoyo monetario pesa más que las señales mixtas de la economía, donde vemos una inflación moderada, cierta debilidad en el empleo y la manufactura, pero también un consumo que resiste gracias a la estabilidad de los aranceles. Para la próxima reunión de la Fed, espero un recorte de 25 puntos básicos y hasta tres movimientos en los próximos meses.

En cuanto a sectores y valores, sigo confiando en la tecnología, especialmente en toda la cadena de valor de la inteligencia artificial, desde los chips de Nvidia o AMD hasta la nube de Microsoft, Amazon, Google y ahora Oracle, que además está firmando contratos estratégicos ligados a este ámbito. Me parece clave que este sector no solo concentra innovación, sino que también se ha convertido en motor de beneficios empresariales y en palanca para el crecimiento global.

Pero no me limito solo a la tecnología: también veo oportunidades en el sector financiero estadounidense, ya que la bajada de tipos puede acelerar el negocio de crédito de los bancos y reforzar su rentabilidad.

Además, considero que los mercados emergentes ofrecen un potencial muy atractivo gracias a la debilidad del dólar, a su dependencia de materias primas y al impulso de megatendencias como la demografía, la digitalización o la transición energética. Países como India o México están bien posicionados en este contexto, mientras que en China sigo viendo protagonismo en áreas como la robótica, el vehículo eléctrico o la nube con compañías como Alibaba o Baidu.

A largo plazo, es imprescindible diversificar con activos como el oro, la plata o el Bitcoin, que mantienen su papel como reserva de valor frente a la incertidumbre política, fiscal y monetaria de los países desarrollados.

Respecto a la renta fija, soy más escéptico: pienso que será la gran damnificada de los próximos años. Aunque las rentabilidades de los bonos están cayendo por la compra defensiva de los inversores, veo que el escenario de inflación estructural, estímulos fiscales y recortes de tipos resta atractivo a los bonos a tipo fijo. Por eso, creo que la renta variable y los activos reales ofrecen mejores oportunidades de cara al último tramo de 2025.