Estamos en un momento en el que parece (o, al menos, así se descuenta) que lo peor a nivel económico ha pasado, y que nos espera un segundo semestre más positivo. ¿Cuál es vuestra opinión?

Esa aseveración es, cuanto menos, muy optimista. Lo peor no sabemos si ha pasado o no. Aparentemente, en términos sanitarios en el mundo occidental, lo peor sí ha pasado. Teniendo en cuenta que esto no es más que una crisis económica derivada de una crisis sanitaria, si el problema sanitario está controlado, podemos empezar a contar cómo de dura ha sido la caída, pero nadie lo sabe.

Hace unos días pasaba por un hotel de Madrid y me comentaron que empezarían a abrir a principios de septiembre. Es importante que, en una ciudad tan vital como Madrid, que representa tanta parte del PIB, los hoteles de cinco estrellas, que representan gran parte de la inversión extranjera del país, no se planteen abrir hasta septiembre.

Hay que evaluar la situación, y nos queda todavía bastante. Por suerte, parece que algunos indicadores son mejores de lo que se pensaba, pero que nadie se olvide. La recuperación en ‘V’ no va a poder ser.

Si hablamos de mercados… ¿qué actitud hay que tener en un momento como el actual?

La situación actual no tiene mucho sentido. Hace mes y medio The Economist abría su número semanal con una foto de un gran socavón refiriéndose a Wall Street.

La economía financiera claramente no está recogiendo la economía real. Intentando buscar una explicación a la situación, quiero encontrarla, aunque no lo tengo claro, en que hoy en día el 1% de las gestoras del mundo manejan el 63% de los activos invertidos, es decir, que controlan el mercado. Cuando están underweight, muchas veces sus fondos están a un 70% como mínimo de inversión, lo que significa que ellos sólo se van a ir cuando los inversores saquen dinero de sus fondos. Eso parece bastante complicado que ocurra cuando el dinero está regalado. Por tanto, creo que vamos a seguir viendo una descorrelación clara entre los mercados financieros y la economía real.  

¿Cuáles son las armas para sobrevivir a este nuevo orden mundial en ciernes?

La prudencia va a ser, quizás, el arma más importante durante los próximos años. Cuando hablo de años, no hablo de uno ni de uno y medio, sino de los próximos cuatro o cinco años. Nadie tiene claro si no vamos a tener crisis sanitarias semejantes a ésta, todos los expertos epidemiólogos dicen que ha sido la primera de una era de epidemias que van a ir encadenándose una detrás de otra. Hay dos familias de virus que han venido para quedarse en nuestro mundo: los coronavirus y los virus de la gripe. Lo que no sabemos es cuántas olas de este tipo tendremos, aunque no sean de tanta intensidad como ésta.

Por tanto, la prudencia se impone en un mercado sobrecomprado de manera clarísima y manejado por unas pocas gestoras. Si uno es un subgestor independiente o un gestor particular, debe tener muchísima prudencia, es decir, tener el dedo muy próximo al botón de vender.

¿Qué estrategias de preservación de capital cree que son óptimas en estos momentos?

Los principales inversores de los fondos que gestionamos somos sus directivos, empleados y accionistas, y nos caracterizamos por una estrategia de preservación de patrimonio. Decimos que somos fondos de retorno absoluto, pero no porque seamos un cajón de sastre, sino porque lo que buscamos es esta estrategia. Nunca ganaremos un 40%, pero tampoco perderemos ese 40%.

El ejemplo es lo que ha ocurrido en esta crisis: la estrategia es la prudencia, y siempre tener un paso menor de la sobreexposición que todo el mundo tiene. Es preferible vender que quedarse y perder. Dicen que no hay peor dolor que el de la decisión que no se ha tomado. Claramente, no hay simetría entre la felicidad que aporta el beneficio y el desazón que causa la pérdida.

Esta preservación del capital es uno de los factores que caracterizan a Orfeo Capital. ¿Qué es Orfeo Capital y en qué consiste?

Es el factor que determina la filosofía de nuestra inversión. Nuestro método es el derivado de muchos años trabajando en esto. Tenemos tres pilares sobre los que soportamos nuestra inversión. En primer lugar, la preservación del patrimonio; el segundo es la tranquilidad de nuestros inversores, ya que somos sus principales co-inversores; y lo tercero es la fidelidad estricta al método.

Nosotros no compramos análisis a nadie, sino que todo lo hacemos nosotros, lo que supone que solo invertimos en aquellas compañías que conocemos muy bien. Para que una compañía sea analizable e invertible por nosotros, tiene que cumplir lo que llamamos la regla de los cincos: tener cinco características positivas y carecer de cinco riesgos. Por ejemplo, dentro de las características positivas, tiene que tener ventajas competitivas como barreras de entrada y salida o un portfolio diversificado. Dentro de los riesgos a evitar, podemos citar el tamaño de las acciones, es decir, no queremos quedarnos encerrados en una compañía porque no haya volumen para la venta, porque esté en un sector extremadamente regulado o porque tenga poca diversificación territorial. Eso nos lleva a una selección de valores que estudiamos en detalle y que conforman nuestro universo de inversión.

También es importante la fidelidad al método de gestión. Por ejemplo, da igual que la compañía siga subiendo. Nuestro máximo riesgo está establecido, y si la compañía baja, no sobrecompramos, porque pensamos que no podemos ir nunca contra el mercado. Uno de los problemas de este sector es el ego de los gestores: “quien se equivoca es el mercado, no yo”. Para evitar eso, nosotros hemos fijado un volumen máximo de inversión por activo. Da igual que la compañía vaya bien o mal, nunca vamos a invertir más de lo fijado.

Actualmente cuentan con dos fondos de autor: uno de renta variable y otro mixto. ¿Cuál es el estilo de gestión?

Nosotros partimos en su momento con tres SICAVs. Debido al movimiento político en este país, se considera que no es más que un método de evasión para los ricos, cosa que es incierta. Nos hemos visto obligados a convertir estas SICAVs en fondos, y el proceso es extremadamente laborioso. En España, nunca llegaremos a ser un mercado eficiente si el regulador no es eficiente a la hora de actuar.

Una de las SICAVs es de renta variable, otro de renta fija, y la tercera vamos a llevarla a Luxemburgo, ya que el regulador español no acepta que los vehículos de inversión en España se denominen en otra moneda que no sea euro, y nosotros queremos captar dinero de inversión latinoamericana en su moneda de referencia, que es el dólar.

Por tanto, en breve tendremos tres fondos de autor, con el mismo concepto de retorno absoluto. Dos serán de renta mixta, invertibles uno en dólares y otro en euros, y otro fondo 100% de renta variable.

¿Cómo han evolucionado las estrategias de las gestoras en estos primeros meses del año? ¿Son optimistas para lo que resta de ejercicio?

Al principio, al igual que hace un año, consideramos que el mercado estaba ya sobrecomprado. Pensamos que el catalizador de la caída de los valores iba a ser la guerra comercial, nos equivocamos, pero el mercado estaba sobrecomprado. En este caso, el catalizador ha sido el coronavirus. Cuando decidimos que había que seguir porque no podía esperar a que se produjese algo que no terminaba de producirse, empezamos a actuar con extremada cautela.

Con lo cual, actuamos mediante posiciones muy cortas, buscando pequeñas rentabilidades, y ante pequeñas perdidas, nos salíamos, porque, al ser profesionales, nuestros costes operativos están muy ajustados. Esa misma estrategia la llevamos a cabo durante los dos primeros meses del año. Cuando se desató el coronavirus, vendimos toda la cartera, lo que nos llevó a que, durante toda la pandemia, fuimos la gestora española con mejores resultados.

Llegado un determinado momento decidimos que, como la ola crecía y crecía inexplicablemente, ya que veíamos acciones cuyos multiplicadores estaban por encima de 100, lo que es imposible de entender, empezamos a invertir. Pero, en contra a lo que decían muchas casas, nuestra posición siempre ha sido de infraponderar las acciones. Con lo cual, nuestra posición de renta variable está, aproximadamente, un 40% del peso que normalmente tenemos.