Casi siempre creemos que las personas aprendemos de nuestras experiencias pasadas. El supuesto es que cada experiencia vivida nos arroja lecciones que podemos trasladar hacia nuevas experiencias iguales o similares en el futuro.
Sin embargo, de manera cotidiana nos enfrentamos - o vemos a otros hacerlo – decisiones y circunstancias en las que hacemos caso omiso de lo aprendido en situaciones similares previas o incluso hacemos lo opuesto a lo que la experiencia pasada nos indicaría que es correcto.
Algunos estudios que se han realizado al respecto, demuestran que la influencia y el aprendizaje que tenemos de experiencias previas no es constante ni igual en el tiempo y que en muchas ocasiones depende (entre otras cosas) de la naturaleza de la experiencia pasada, de la forma en la que ese conocimiento se reinterpretan en el futuro e incluso la forma en la que el recuerdo de esas experiencias llega a distorsionarse para influir decisiones nuevas.
En un estudio realizado por los investigadores Yao-Min Chiang, del Departmento de Finanzas de la Universidad Nacional de Chengchi , David Hirshleifer de la Escuela de Negocios Paul Merage, Yiming Qian de la Universidad de Iowa y Ann E. Sherman de la Universidad DePaul, se buscó analizar los patrones de decisión de inversionistas individuales en relación con su participación y experiencia en subastas de IPO´s (Ofertas públicas iniciales de acciones) y del retorno de inversión obtenido por su participación en dichas inversiones. Se trata de un muy completo estudio que analizó el historial de más de 30.000 inversionistas individuales y de 1.200 instituciones de inversión en 84 ofertas públicas iniciales, entre 1995 y el año 2000 en Taiwán.
Las conclusiones del estudio son relevantes porque en parte contradicen lo que el sentido común nos dicta respecto a cómo aprendemos de la experiencia.
La primera conclusión es que experiencias previas positivas incrementan la probabilidad de participación en las experiencias de inversión similares. Si mi experiencia como inversionista en una emisión fue favorable, tengo más probabilidad de incursionar en inversiones de nuevas emisiones futuras. En sentido contrario, aquellos inversionistas que presentan experiencias negativas iniciales tienden a ser menos proclives a participar en nuevas inversiones; en este caso, la experiencia pasada pesa de manera determinante para parcialmente inhabilitarlos a tomar decisiones caso por caso de nuevas oportunidades de inversión.
Una segunda conclusión es que el proceso y la capacidad de selección de nuevas oportunidades de inversión se deteriora con forme se adquiere experiencia inicial, en vez de fortalecerse de inmediato con nuestro aprendizaje reciente pasado.
Y una tercera conclusión es que quienes apuestan a este tipo de inversiones, entre mayor experiencia previa tienen, tienden a tomar posiciones más agresivas no necesariamente favorables para su interés. Se presenta un proceso que implica que el nivel de experiencia deteriora la capacidad de toma de nuevas decisiones, si bien en periodos largos la experiencia empieza efectivamente a generar un efecto positivo de aprendizaje.
Uno de los factores que contribuyen a este fenómeno está relacionado con un proceso denominado Reforzamiento de aprendizaje ingenuo, que se refiere a que los inversionistas individuales, cuando tienen retornos positivos relevantes en sus primeras inversiones, se vuelven más optimista respecto de la probabilidad de que sus rendimientos en experiencias de inversión futuras también lo sean. Ello, los lleva a ser menos selectivo en su proceso de participación en emisiones de nuevas acciones y a tomar posiciones más agresivas en las mismas, lo que impacta el retorno de sus nuevas inversiones.
Éste fenómeno no se presenta de igual manera en inversionistas institucionales porque parecería que existen mecanismos formales que obligan a la evaluación de cada nueva inversión por sus propios méritos.
Un aprendizaje de este estudio es que, para efectos de tomar decisiones inversión en colocaciones de las acciones, los inversionistas individuales deben analizar su participación con base en evaluaciones caso por caso, sin suponer (ni positiva ni negativamente) que las experiencias pasadas predeterminarán el resultado de estas nuevas inversiones.
Si consideramos la relevancia particular que la inversión en mercado de capitales tiene para inversiones de largo plazo (sobre todo considerando el deterioro y caída consistente de la última década en las tasas de interés de instrumentos de deuda) resulta fundamental que los inversionistas que participan en los mercados accionarios (particularmente en nuevas emisiones) enfrenten y disminuyan el efecto negativo que estos procesos de decisión pueden tener para el retorno de sus inversiones futuras.
El autor es politólogo, mercadólogo, especialista en economía conductual, profesor de la Facultad de Economía de la UNAM y Director General de Mexicana de Becas, Fondo de Ahorro Educativo.
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