Las estimaciones de crecimiento global del FMI son del 3,4% en 2016 y del 3,6% en 2017. No perdamos de vista estos datos porque aunque son ritmos algo menores de los proyectados en anteriores informes, un crecimiento global en ascenso y por encima del 3% no deja de ser un dato de fondo positivo.
Las economías desarrolladas se espera que crezcan un 2,1% en 2016 y también en 2017. Mientras que para las economías emergentes se proyecta un crecimiento del 4,3% en 2016 y del 4,7% en 2017. De nuevo, estas cifras no parece que sean negativas pero, si nos centramos en el mundo emergente me gustaría matizar algunos aspectos.
La divergencia dentro de las economías emergentes es muy importante. Brasil y Rusia continúan saliendo peor en la foto y demorando los plazos para su salida de la recesión en la que están inmersas, hasta más allá del 2017.
En medio tenemos a China que arroja datos contradictorios, por un lado su crecimiento se aleja definitivamente de la cota del 7% pero, por otro lado, lo positivo es que sus autoridades son finalmente muy conscientes que el giro a un nuevo modelo económico que dé más peso al sector servicios que al industrial, a la demanda interna que al sector exterior y que regule con firmeza su banca en la sombra, es el único camino para dejar de sembrar dudas a los mercados.
La nota positiva la continúa poniendo India, que superado el ritmo de crecimiento chino, se situará en tasas del 7% en los dos próximos años.
Fuente: International Monetary Fund. ‘World Economic Outlook: Subdued Demand, Diminished Prospects’ January 2016.
A pesar de todo ello, los mercados parecen ir por otro lado y se han instalado en un clima muy negativo. No seré yo quien intente ir a la contra de los mercados, sin embargo creo que cuando el ruido de las bolsas disminuya y nos permita fijarnos en los fundamentales de muchas economías que están funcionando, volveremos a la normalidad y podremos conseguir retornos aceptables.