Sus mercados de renta variable han proporcionado rentabilidades persistentemente inferiores a las de los mercados desarrollados, y han perdido la mayor parte del exceso de rentabilidad de principios de la década de 2000. Por lo que respecta a la deuda, los bonos soberanos en divisa local de los mercados emergentes han ofrecido una rentabilidad total cercana a cero a los inversores internacionales desde 2011.

Además, el efecto de la pandemia de Covid-19 en muchos de los países en desarrollo más vulnerables ha sido impactante. Las vacunas están apoyando las perspectivas de una transición para salir de la crisis, pero las expectativas de una recuperación en línea recta son escasas y el camino variará mucho según la economía.

Sin embargo, en medio de toda esta incertidumbre, en Schroders creen que podría haber algunas oportunidades para que las economías de los mercados emergentes salgan fortalecidas de la pandemia. Para los inversores, estos acontecimientos quizás justifiquen una nueva evaluación de los retos y las oportunidades que ofrecen estos mercados.

Una oportunidad inesperada en la pandemia

La razón principal por la que varios países de mercados emergentes han tenido dificultades en la última década puede deberse a la incapacidad de acumular suficiente ahorro. Países como Brasil, Sudáfrica y México han tenido tasas de ahorro muy por debajo de lo necesario para financiar las inversiones en la economía.

La falta de ahorro en estos países ha dado lugar a un crecimiento estructuralmente bajo, a una elevada inflación y a un aumento de los niveles de deuda pública. Para cubrir la brecha entre el ahorro y la inversión, los países han tenido que incurrir en déficits por cuenta corriente, lo que les ha hecho depender de las entradas de capital extranjero.

Pero cuando el sentimiento hacia los países emergentes empeoró a mediados de la década pasada, las entradas se agotaron, lo que provocó una persistente debilidad de sus divisas.

Con el fuerte aumento del gasto público en los mercados emergentes, parece que el ahorro se ha reducido aún más. Sin embargo, un aspecto positivo es que el ahorro privado, en la mayoría de los casos, ha aumentado incluso más que los déficits públicos. Esto es así porque las cuentas corrientes de los mercados emergentes, que reflejan el equilibrio agregado entre el ahorro y la inversión, han mejorado significativamente desde el comienzo de la pandemia.

De hecho, en 2020, casi todas las principales economías emergentes registraron superávits por cuenta corriente.

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Por supuesto, es probable que parte de esta mejora se invierta una vez que se relajen las restricciones y se reanude la actividad económica normal. Pero el aumento del ahorro privado ha sido una tendencia a largo plazo en muchos países, y ya estaba en marcha antes del Covid-19.

Podría ser que, después de años de ahorrar demasiado poco, el sector privado haya empezado a cambiar en los mercados emergentes, con el trastorno causado por la pandemia proporcionando un mayor impulso. Una tasa de ahorro del sector privado permanentemente más alta sería positiva a largo plazo para el crecimiento, ya que permitiría más inversiones y, consecuentemente, un mayor crecimiento.

Aunque es demasiado pronto para saber si esto será realmente así, el primer resultado del cambio en el ahorro privado ha sido que la nueva emisión de bonos del Estado en los países emergentes ha sido financiada casi exclusivamente por inversores nacionales, en lugar de extranjeros. Esto podría contribuir en gran medida a poner fin, al menos, a la precipitada debilidad de las divisas que ha lastrado los activos de los mercados emergentes durante la última década.

¿Un nuevo superciclo de las materias primas?

El segundo motor fundamental que se ha tornado en positivo para los mercados emergentes en la pandemia de Covid-19 es el precio de las materias primas.

El Bloomberg Spot Commodity Index, un amplio índice de materias primas, ha subido un 72% desde marzo de 2020, situándose en su nivel más alto desde 2011. ¿Qué probabilidad hay de que los precios de las materias primas sigan subiendo? 

Hay buenas razones para creer que este podría ser el comienzo de un nuevo superciclo de materias primas. Lo más importante es que la inversión en nueva oferta ha sido limitada durante la última década, ya que los bajos precios han disuadido a los productores de emprender nuevos proyectos.

Al mismo tiempo, es probable que la demanda de materias primas, especialmente las asociadas a la transición energética mundial, aumente sustancialmente durante la próxima década. Dado este desajuste entre la oferta y la demanda, los precios podrían tener que aumentar para que la oferta y la demanda alcancen el equilibrio.

El encarecimiento de las materias primas es crucial para muchos países de mercados emergentes que han tenido dificultades en la última década, especialmente en América Latina.

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El viento de cola del crecimiento del comercio mundial

A pesar del importante impacto de la pandemia de Covid-19 en la economía, el comercio mundial ha capeado el temporal sorprendentemente bien. Los volúmenes de las exportaciones mundiales, tras caer bruscamente, se han recuperado y están ahora muy por encima del nivel anterior a la pandemia. Es evidente que las medidas de estímulo fiscal sin precedentes puestas en marcha en muchos países han impulsado la demanda de diversos bienes.

Dado que varios países de mercados emergentes dependen en gran medida de las exportaciones, el crecimiento del comercio mundial es un factor crítico. De hecho, los últimos datos muestran que las exportaciones de países como México o Sudáfrica se han recuperado rápidamente, incluso aunque las economías locales siguen estando muy por debajo de los niveles anteriores a la crisis.

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Los mercados emergentes se han enfrentado a retos importantes durante la última década. Sin embargo, con el aumento del ahorro privado, la subida de los precios de las materias primas y el fuerte crecimiento del comercio mundial, los fundamentales de los mercados emergentes están quizás en mejor forma de lo que muchos temían al inicio de la pandemia mundial.

Aunque sus perspectivas de crecimiento a largo plazo siguen siendo escasas debido a años de inversión insuficiente, la mejora de los fundamentales podría al menos poner fin a la precipitada debilidad de las divisas que ha lastrado los activos de los mercados emergentes. La gran pregunta es si estas mejoras pueden mantenerse en el tiempo.

Para los inversores, los cambios provocados por la pandemia del virus Covid-19 podrían justificar, al menos, una nueva mirada a los mercados emergentes. Algunos de los problemas estructurales, si bien no han desaparecido, al menos han disminuido.