La crisis generada por la pandemia en 2020 generó una situación geopolítica y macroeconómica muy compleja, empeorada por la invasión de Ucrania. Este contexto se ha caracterizado por escalada de precios energéticos, disrupciones en la cadena de suministro, escasez de materiales e incremento de los costes laborales. Estas tensiones se han transferido a los mercados financieros, con incrementos en la volatilidad de las divisas y subidas de tipos de interés, por aplicación de políticas monetarias más restrictivas. A todo esto, se une ahora la bancarrota del Silicon Valley Bank y la compra de Credit Suisse por UBS, que ha vuelto a poner en tela de juicio los mecanismos de supervisión bancarios.

Desde una perspectiva sectorial, se vislumbran grandes oportunidades en el sector energético, derivados de la descarbonización de la economía y el cambio de mix energético. Según el estudio “World Energy Outlook 2022” de la Agencia Mundial de la Energía, para alcanzar el escenario de neutralidad climática en 2050 (Acuerdo de París), la inversión en energías limpias se debe triplicar desde los 1,3 billones de dólares anuales en 2022 hasta los 4 en 2050.

A este panorama de índole global, en Arteche se suma un proceso de transformación liderado por la tercera generación familiar, en el que destacan la salida a cotización al BME Growth en 2021 y el impulso de un ambicioso plan inorgánico. Lidiar con las expectativas de nuevos stakeholders como analistas y reguladores; profesionalizar áreas, incorporar nuevas culturas, procesos etc. están en la nueva hoja de ruta de la compañía.

En efecto, las empresas ya no operan en el mismo entorno que cuando estalló la pandemia. Muchas quiebran y otras prosperan. La diferencia la marca una adecuada gestión del riesgo y la capacidad de resiliencia. Tres factores son clave en este entorno.

Un gobierno corporativo robusto

El sistema de gobierno corporativo juega un papel fundamental en la gestión de las incertidumbres, tanto en la transparencia en el reporte de los riesgos como en los mecanismos de control; y también en la superación de problemas de agencia (Jensen y Meckling, 1976), al mejorar el alineamiento de los objetivos de los órganos de gobierno con los de la dirección. No es papeleo ni burocracia, se trata del terreno de juego, el marco en el que se mueve una compañía. Y por ello, es determinante que todos los grupos de interés lo conozcan, disponiendo de un sistema de gobierno formalizado en políticas aprobadas al máximo nivel, abierto al público, en revisión periódica y cuyo cumplimiento esté en continua supervisión por diferentes agentes.

Una cultura consciente del riesgo

Arteche lleva 75 años gestionando los riesgos exitosamente. No obstante, los sistemas de gestión de riesgos requieren evolución y adaptación a metodologías contrastadas, para adaptarlos a un entorno de negocio y regulatorio exigente. Un sistema de gestión de riesgos con un lenguaje homogéneo permite aumentar los resultados positivos, reducir la variabilidad del desempeño, mejorar la distribución de recursos, potenciar la resiliencia y preservar la confianza de los grupos de interés.

Según la “Encuesta Mundial de Riesgos 2022” de PwC, el 39% de los directivos encuestados afirman tomar mejores decisiones y lograr resultados más sostenidos tras consultar con sus áreas de riesgos y el 56% está invirtiendo en generar una cultura del riesgo. Pero la gestión de riesgos debe ser un reto de equipo, que emane desde el más alto nivel y se extienda por toda la organización. La comunicación es crítica para crear una “cultura consciente del riesgo”. Los mapas y planes de riesgo no deben quedarse en el nivel más alto, sino bajar al nivel operativo para no generar una falsa apariencia de seguridad. En este punto, el CEO adquiere especial relevancia, al tener capacidad de influenciar la agenda de riesgos y fomentar el diálogo en todos los niveles. Arteche ha apostado por fomentar esta cultura, pero es un camino  de largo recorrido en el que la disciplina es un valor a cuidar por los órganos de gobierno, en especial la Comisión de Auditoría.

Auditoría interna como agente del cambio

En este entorno de riesgos y transformación, auditoría interna debe cultivar la credibilidad a lo largo de toda la organización, ganarse la confianza de la dirección como área generadora de valor, teniendo la independencia como estandarte y actuar con valentía y rapidez.

En Arteche se ha apostado por erigir a auditoría interna como un asesor de confianza clave para reforzar el gobierno corporativo y la gestión de riesgos. Algunas actividades destacables en este ámbito han sido: asesorar en el despliegue del modelo de riesgos con metodologías contrastadas (COSO ERM, SCIIF, TCFD), aflorar ecosistemas de riesgo distintos de los históricamente gestionados, realizar benchmarks de riesgos con cotizadas comparables, y colaborar en un diagnóstico de gobierno corporativo que ha derivado en un plan plurianual supervisado por el Consejo. En este proceso de transformación de Arteche, el reto consiste en fortalecer el gobierno corporativo y cultivar una cultura de riesgos, con el apoyo de auditoría interna como asesor de confianza, garantizando así que la compañía aporte el máximo valor a todos los grupos de interés en el proceso de toma de decisiones.