Pablo García, director general de Divacons Alphavalue, los mercados financieros afrontan un contexto marcado por el reajuste de carteras, la expectativa de un posible acuerdo de paz en Ucrania y la evolución de los datos macroeconómicos, especialmente en Estados Unidos. A pesar de las incertidumbres, el balance general del año está siendo notablemente positivo. Y señala que, aunque se anticipaba un ejercicio especialmente complicado, el resultado ha superado las previsiones iniciales.

Desde el inicio del segundo semestre, la estrategia de inversión ha combinado ajustes tácticos y estratégicos. Se ha reducido de forma progresiva la exposición a sectores que habían liderado las subidas, como el financiero y el de defensa, para rotar hacia otros más rezagados, como metales y minas o el sector del lujo. Esta rotación ha permitido aprovechar oportunidades surgidas durante episodios de volatilidad, como las dudas registradas en noviembre y el posterior rally de Navidad, manteniendo siempre una toma de beneficios moderada.

El año ha estado marcado por episodios de tensión, como el impacto de decisiones políticas que sacudieron los mercados en primavera, pero finalmente ha cerrado con resultados excepcionales. En Europa, el comportamiento bursátil ha sido especialmente sólido, mientras que a nivel global destaca el crecimiento de los beneficios empresariales, con un aumento del 15 % en Estados Unidos y del 7,6 % en Europa durante el tercer trimestre. Este avance se apoya, en gran medida, en el desarrollo de la inteligencia artificial, que está transformando las perspectivas de crecimiento y rentabilidad, aunque también genera dudas sobre las valoraciones y la sostenibilidad de las fuertes inversiones necesarias.

De cara al futuro, señala que el consenso del mercado anticipa subidas moderadas, en torno al 7 %, pero el hecho de que las previsiones sean tan unidireccionalmente optimistas invita a la prudencia. Experiencias pasadas demuestran que un exceso de consenso puede preceder a correcciones relevantes. Por ello, la estrategia actual apuesta por reducir gradualmente la exposición al riesgo y favorecer una gestión dinámica, adaptando las carteras a la evolución del entorno.

En cuanto a sectores y valores, se mantiene una cartera diversificada tanto en Europa como a nivel internacional, con ajustes selectivos. Se ha reducido peso en grandes compañías tecnológicas y financieras tras su buen desempeño, mientras se incrementa la exposición a materias primas y utilities, sectores que han mostrado un comportamiento sólido y defensivo. Por el contrario, el sector del automóvil sigue generando cautela debido a la falta de visibilidad regulatoria y a la fuerte competencia china.

Finalmente, de cara a 2026, se identifican dos factores clave a vigilar: la evolución de los tipos de interés por parte de la Reserva Federal, determinante para el crecimiento y la financiación, y el contexto geopolítico, especialmente la guerra en Ucrania. Ambos elementos serán decisivos para la estabilidad de los mercados en los próximos años.