El 5G que disfrutamos en la actualidad no está todavía a la altura de las expectativas y se distingue en poco del 4G LTE que se venía utilizando hasta ahora. Recordemos que el 1G procuró las llamadas, el 2G los SMS, el 3G la conexión a internet y el 4G un streaming audiovisual más que aceptable. Lo que se espera del 5G es que multiplique por cien la velocidad de los datos hasta el borde del Gbps y reduzca tres veces la latencia -ese tiempo que tarda el dispositivo en ejecutar una orden a partir de que se le mande la señal- hasta el entorno del mS. También que el ancho de banda permita la conexión de un mayor número de dispositivos.

Qualcomm afirma que, si el 4G sirvió para conectar a las personas entre sí, el 5G permitirá conectar a las personas con todo lo que las rodea, impulsando ya no sólo las comunicaciones, sino otros sectores como la automoción, la medicina (cirugías a distancia), la salud o los hogares.

El denominado 5G industrial está llamado a favorecer el desarrollo de la Industria 4.0., presentando un utópico (o distópico) escenario en el que todos los elementos de la cadena de producción comparten información mediante módems 5G y los robots interactúan entre sí y con los técnicos que, a su vez, gestionan actividades mediante realidad aumentada. Se pretenden gemelos digitales que evolucionen en tiempo real y que permitan el manejo remoto de los sistemas productivos. Seguro es que, para la industria, una menor latencia y una mayor velocidad de transmisión de los datos favorecerá el uso de la inteligencia artificial, la evolución de los vehículos logísticos hacia sistemas de guiado automático (AGV) o la transmisión inalámbrica de la realidad extendida en visores y gafas más pequeños.

El usuario tradicional se beneficiará de tener una mayor velocidad de descarga en sus dispositivos, pero será un beneficio casi marginal en comparación con la calidad de la que ya dispone en la actualidad. Las grandes interesadas en el desarrollo del 5G serán las empresas privadas que podrán conectar con multitud de dispositivos en diferentes anchos de banda aprovechando de verdad esas grandes velocidades, y las bajas latencias que garantizarán seguridad en las operaciones.

Un despliegue ralentizado

Las señales 5G pueden ser de banda baja, media y alta. El espectro de banda alta es esa que procura las mayores velocidades y el mayor ancho de banda. Sin embargo, transmitir en un espectro de banda más alta supone una menor longitud de onda y cobertura, lo que exige a los operadores instalar más antenas y desplegar fibra óptica, que obliga a búsqueda de emplazamiento, obtención de permisos e incluso la excavación. Adicionalmente, este tipo de soluciones requieren chips informáticos, y la industria de semiconductores está sufriendo de escasez de suministro. En el despliegue de este tipo de red tienen mucho que ver los fabricantes, como Ericsson, que ha resultado adjudicatario de la radio de 5G de Telefónica junto con Nokia, y que se perfila como una alternativa de primer orden, introduciendo además su equipo MIMO masivo, que facilita el suministro de 5G aprovechando las torres de telefonía existentes. También Huawei está teniendo un rol importante en este despliegue.

2025, final de la implantación del 5G en España

En España, de entre los 70.000 millones de euros del 'Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia' que se invertirán de aquí a 2023, se incluyen 3999 millones para el despliegue de la red 5G y la extensión de la cobertura de 30 Mbps para el 100% de la población. En la Agenda Digital se espera que para el 2025 el 100% del espacio radioeléctrico esté preparado. Entre las medidas: pilotos para su despliegue, normativa de ciberseguridad 5G, corredores de transporte 5G y el intento de liderazgo de proyectos de innovación en nuevas generaciones de tecnología móvil. Así pues, 2025 parece la fecha del final de la implantación. Tras la reciente subasta del 5G, Telefónica adquiere el compromiso de ofrecer cobertura 5G en sus espectros adjudicados a todos los municipios de más de 20.000 habitantes antes de junio de ese año, garantizando un 30% de cobertura a fin de 2022 y un 70% a junio de 2024. Vodafone y Orange deberán ofrecer la cobertura completa -en sus respectivos espectros- a todas las poblaciones de más de 50.000 habitantes también en 2025.

El avance paulatino de la tecnología 5G permitirá al menos ir buscando soluciones a algunos problemas que puedan ir surgiendo. Uno de esos problemas detectados es el paradójico alto consumo de electricidad: pese a que las redes 5G son más eficaces en la ratio de consumo por tráfico, los dispositivos consumirán más debido a esa mayor velocidad y ancho de banda, especialmente en el ámbito IoT (cámaras de vigilancia, coches conectados o dispositivos médicos como marcapasos con conexión a internet). Menos, es más.