Christian Ruquerol señala que “mucho de lo ocurrido ya estaba descontado en el mercado de renta fija. El problema de fondo no solo afecta a Francia, sino también a Europa y al mundo: el déficit público. Francia está en un 5,8%, muy por encima del objetivo europeo del 3%. Aunque se había propuesto una disminución del presupuesto de 44.000 millones de euros, no salió adelante. Aun así, existe un marco institucional que permite gestionar con el presupuesto actual, lo que garantiza un cierto continuismo pese a los cambios de gobierno. Macron deberá nombrar en breve un nuevo primer ministro y, aunque el reto es importante, el mercado ya descuenta una posible rebaja de rating, con la prima francesa acercándose a Italia. No vemos nada dramático, porque era algo esperado”.
Carlos Arenas apunta que, pese a la inestabilidad francesa, “el riesgo de contagio a otras economías es limitado. Alemania ya estudia aplicar recortes similares, aunque políticamente resulta complicado. En España la situación es distinta, con ratios algo mejores, pero el problema de fondo también está ahí. Incluso Reino Unido ha atravesado dificultades similares con sus costes de financiación. No debemos dramatizar: Estados Unidos presenta niveles de deuda y déficit comparables a Francia. Quizá el mayor problema sea político: Macron lleva cuatro gobiernos caídos y deberá volver a designar a otro primer ministro. Además, contamos con un mecanismo del Banco Central Europeo creado en 2022 para garantizar que la política monetaria llegue de forma homogénea a todos los países. Esto permite que, si los costes de financiación de un país aumentan en exceso, el BCE pueda intervenir comprando deuda soberana para evitar tensiones mayores”.
Sobre el riesgo de intervención del FMI, Rouquerol lo descarta: “No estamos en un escenario como el de Grecia. La situación económica es distinta y las herramientas del BCE son mucho más potentes. Los tipos han bajado del 4% al 2%, lo que facilita la financiación. Además, los bancos europeos están en muy buena salud financiera y con apetito por invertir, incluso en activos más arriesgados como los AT1. Esto marca una diferencia clave con la crisis de 2009-2012”. Arenas coincide: “La capitalización y los ratios de los bancos no tienen nada que ver con lo que vimos entonces. Hoy el sistema financiero es mucho más sólido. Eso no quita que los gobiernos deban acometer ajustes para garantizar la sostenibilidad fiscal. Quizá no tan drásticos como los que planteaba Francia, pero sí necesarios a medio plazo”.
En cuanto a Reino Unido, Arenas explica que “tiene la ventaja de contar con su propio banco central, pero la desventaja de una situación fiscal delicada: déficit del 5,75% y deuda cercana al 100% del PIB. El mercado ya descuenta esa fragilidad con mayores costes de financiación. Es necesario aplicar ajustes pronto; cuanto más se retrasen, peor será. Reino Unido es una economía grande y necesita recuperar la confianza del mercado”.
Mirando al futuro, Rouquerol detalla el escenario de Tikehau Capital: “Prevemos volatilidad en renta fija soberana, no una crisis, pero sí episodios de tensión cada vez que surjan incertidumbres políticas. Por eso preferimos ser cautos en este activo y vemos mejores oportunidades en renta fija privada. El crédito corporativo está muy activo, con emisiones sobresuscritas incluso en momentos de inestabilidad, tanto en investment grade como en high yield. También hemos visto gran demanda en emisiones de cocos. El mercado de crédito sigue siendo dinámico y ofrece oportunidades, siempre que se gestione la volatilidad”.
Arenas añade que, con el respaldo del BCE, “los costes de financiación de los Estados no deberían descontrolarse. Aun así, para reducir exposición a la volatilidad de la deuda soberana, puede ser más interesante la renta fija privada de corto plazo. Incluso la renta variable puede mostrar menor volatilidad que la deuda pública, porque los resultados empresariales están siendo sólidos y las bolsas continúan en buen tono. El mayor riesgo está en la deuda soberana, no en la renta variable”.
Preguntado por oportunidades concretas, el experto de Tikehau Capital destaca la renta variable europea en torno a la temática de soberanía: “Europa busca reducir su dependencia exterior en sectores como farmacéutico, defensa o industrial. Hay programas de inversión en digitalización e innovación que van a favorecer a compañías locales. El sector de defensa, por ejemplo, puede crecer un 30% en beneficios en tres años. La reindustrialización también genera oportunidades. La bolsa europea es más atractiva que la estadounidense en valoración relativa, aunque requiere gestión activa y selectiva. Por eso lanzamos un fondo en 2023 enfocado en esta temática de soberanía europea”.
Arenas, por su parte, recomienda prudencia a los inversores más cautelosos: “El canario en la mina puede estar en los programas de estímulo fiscal europeos. Pueden beneficiar a la renta variable, pero empeorar las ratios fiscales y presionar a la deuda soberana. En ese contexto, un fondo de renta fija privada a corto plazo, como el Tikehau Short Duration, ofrece menor volatilidad y mayor estabilidad”.
Rouquerol complementa esta visión con la deuda privada no cotizada: “Llevamos quince años financiando compañías medianas con bonos a cinco o seis años y cupones trimestrales. Son instrumentos estables, con rentabilidades objetivo cercanas al 7% y adecuados para dar solidez a las carteras, especialmente en entornos de volatilidad”. Además, otra idea son los fondos a vencimiento, como el Tikehau 2029, para invertir en bonos emitidos por emisores que entren dentro de la categoría de ‘investment grade’ (títulos de mayor solvencia y calidad que los de ‘high yield’, que ofrecen más rendimientos a cambio de un mayor riesgo).

