
Todo lo que hacemos, desde pedir un taxi por una app hasta ejecutar algoritmos de inteligencia artificial, depende de estas infraestructuras. No cualquier centro de datos, sino aquellos diseñados para manejar grandes volúmenes de información de manera eficiente, segura y cada vez más sostenible.
El crecimiento exponencial de la digitalización, el auge de los servicios en la nube, la inteligencia artificial generativa y el uso masivo de dispositivos conectados (IoT), están impulsando una demanda sin precedentes de capacidad para procesar y almacenar datos. Se estima que, el volumen global de datos se triplicará en los próximos cinco años, lo que exige infraestructuras capaces de soportar esta transformación.
En mercados clave como España, Oriente Medio y Sudamérica, el desarrollo de estas infraestructuras ha evolucionado para combinar arquitectura, ingeniería, tecnología y eficiencia, con soluciones adaptadas a las necesidades específicas de cada cliente y ubicación. Esta evolución se plasma tanto en centros de datos especializados como en infraestructuras energéticas o plataformas de telecomunicaciones.
Un buen ejemplo es el nuevo centro de datos del CESGA (Centro Tecnológico de Supercomputación de Galicia), un proyecto público cuya construcción se desarrolla en UTE con Copasa. Este centro albergará el superordenador Finisterrae IV, que potenciará la capacidad investigadora de universidades y centros tecnológicos, además de abrir el camino a avances como la computación cuántica.
Financiado con fondos europeos dentro del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, el proyecto responde a estándares técnicos y plazos muy exigentes. Con más de 2.400 m² de superficie, está diseñado para operar con hasta 3,2 MW de potencia IT, dispone de sistema de climatización de alta eficiencia con equipos de disipación de calor secos (DryCooler) y refrigeración líquida directa (DLC) para HPC con racks de 200kWp, arquitectura N+1 redundante y un sistema BMS de control centralizado.
Todo ello ha sido desarrollado mediante metodología BIM, con el objetivo de cumplir con los estándares Tier III del Uptime Institue y alcanzar un PUE (Power Usage Effectiveness) inferior a 1,15 en su fase inicial.
Pero más allá de sus características técnicas, este centro representa una apuesta por infraestructuras críticas sostenibles, alineadas con los retos de la transición socio-digital europea.
El CESGA es un ejemplo de infraestructura que no solo se ha diseñado, sino que ya tiene fecha firme de ejecución y materialización. Esto refuerza el compromiso de DOMINION con la entrega real de proyectos estratégicos, superando los planos y las intenciones.
De hecho, la consideración de los data centers como infraestructura esencial ha impulsado nuevas normativas, políticas públicas y programas de inversión específicos en Europa. España está posicionándose con fuerza gracias a factores estructurales favorables: buena conectividad, disponibilidad de suelo, recursos renovables y estabilidad institucional. Madrid o Barcelona, y regiones como Galicia o Aragón se están convirtiendo en polos de atracción para operadores cloud, hiperescalares y desarrolladores tecnológicos.
Este crecimiento plantea desafíos complejos que requieren una visión 360º, que contemple no solo la construcción, sino también la integración de estas infraestructuras en el entorno productivo, su eficiencia energética, escalabilidad y gestión a largo plazo.
En ese mapa, Dominion aporta una visión diferencial: la capacidad de hacer realidad infraestructuras complejas desde una perspectiva industrial, tecnológica y sostenible.
Esto incluye responder al ritmo vertiginoso al que evoluciona el mercado de los microchips, en particular los procesadores y unidades de procesamiento avanzado. Mientras estas tecnologías multiplican su capacidad de cálculo y procesamiento de datos, en DOMINION nos posicionamos como un socio innovador, capaz de acompañar esa aceleración ofreciendo soluciones que crecen en capacidad y eficiencia al mismo ritmo que el mercado lo exige.
Porque no se trata solo de construir edificios, sino de pensar en cómo estas infraestructuras se integran en el tejido productivo, cómo optimizan su consumo, cómo escalan, y cómo se gestionan a largo plazo.
El auge de los centros de datos es, en esencia, el reflejo físico de la digitalización global. Y el verdadero reto no está solo en construir más, sino en hacerlo de forma más eficiente, sostenible y alineada con los objetivos estratégicos de la nueva era digital

