En esa fecha se estaba viviendo el primer impacto de la crisis griega, que lastró el crecimiento económico español hasta los -2,5% a  finales de 2012.

Desde ese momento, la economía española ha sido una referencia dentro de los países europeos. En el primer trimestre de 2015 la economía creció hasta un saludable 3,4% en comparación con el tercer trimestre del 2014. Este crecimiento del PIB es reflejo de señales que indican una recuperación en el tejido económico español. Después de dos máximos alcanzados en marzo de 2013, con una tasa de desempleo situada en el 26,23%, la tendencia ahora es claramente positiva (aun en valores todavía excesivamente elevados: 21,77%)

El consumo de las familias también sigue dando señales positivas, y creció un 3,4% en línea con el PIB. Cabe destacar además el regreso de la inversión, con un crecimiento de 6,5% en el tercer trimestre de 2015 comparado con el mismo periodo del año anterior.

¿Cómo deben afrontar los inversores estos datos positivos?
 
En el gráfico situado abajo, podemos contemplar la variación del PIB, en color azul (eje derecho), y la evolución del IBEX 35 en color amarillo (eje de la izquierda). Parece que existe una clara correlación entre la valorización del IBEX y la tasa de variación del crecimiento económico en España.
 
Este comportamiento no debe extrañar a los inversores más experimentados. A pesar de que muchas de las empresas que componen el índice de referencia español tienen parte de sus ventas distribuidas a nivel internacional, también gran parte de la facturación tiene origen en España, y naturalmente la mejoría de la economía familiar trae beneficios para los resultados empresariales.
 
Existen factores exógenos que han contribuido a este sentimiento económico positivo, entre los que cabe destacar el plan de medidas tomadas por el Banco Central Europeo.
 
El BCE inició este año un proceso de quantitative easing (QE) con la compra mensual de 60 mil millones de euros de deuda pública, en un programa que se extenderá al menos hasta marzo de 2017. El efecto ha sido notable, al reducir de forma destacada los costes de financiación del Estado y de las empresas. Mientras tanto, la deuda española a 10 años se está negociando en 1,70%, después de máximos de casi 7 puntos alcanzados en 2012.
 
Aparte de la decisión sobre la deuda, las medidas de estímulo del BCE potenciaron una desvalorización del euro, en particular en relación con el dólar americano, lo que benefició a las empresas exportadoras.
 
Otro factor importante para la economía española ha sido la caída de los costes de la energía, entre los que hay que destacar la caída del precio del barril de petróleo, que por un lado ha favorecido una mayor producción industrial con costes de fábrica más reducidos, y por otro ha facilitado que los consumidores más propensos a su uso hayan podido reducir el gasto en combustible.
 
Según los analistas consultados por Bloomberg, los beneficios de las empresas que forman el IBEX crecerán en 2015 un 19%, y en 2016 se estima un crecimiento superior al 10%. Es notable también que la tasa de dividendo del índice sea de las mejores entre los pares europeos, con cerca de 4,60% de rentabilidad en base a los dividendos distribuidos en los últimos 12 meses.


 
El próximo domingo tendremos un momento importante para el futuro de España, siendo probablemente la primera vez en la historia en la que habrá un gobierno de coalición. Como perspectiva próxima, si contásemos con estabilidad política y dentro de un plano de  crecimiento sólido, con los vientos favorables desde el BCE y con la expectativa de  n aumento en los beneficios de las empresas españolas, y estando el IBEX en un escenario propicio para traspasar los momentos menos positivos de 2015, podemos decir que en 2016 tendremos un año con buenas rentabilidades.