Se cumplen 14 años de la mayor quiebra de la historia de Estados Unidos. En concreto, fue el 15 de septiembre de 2008, cuando el banco de inversión Lehman Brothers, con una capitalización de mercado cercana a los US$600.000 millones, se declaró en bancarrota tras el estallido de la burbuja inmobiliaria provocada por las hipotecas subprime, causa directa de la crisis financiera de ese mismo año y de la peor recesión global en la historia reciente.

Hoy, 14 años después, son muchos los que pronostican una nueva recesión mundial que podría llegar en 2023. Sin embargo, la recesión que muchos anticipan tendría una naturaleza muy diferente a la crisis de 2008. En 2022 nos enfrentamos a problemas en las cadenas de suministros por la guerra Ucrania y la era post-Covid, algo que impacta directamente los precios en sectores clave como la energía y lleva a los gobiernos centrales a ralentizar la economía con decisiones como el aumento de tipos. En 2008 lo que hubo fue una crisis financiera que generó un brutal impacto en empresas y familias que ni siquiera tenían un alto nivel de endeudamiento, pero acabó con todo su capital de ahorros e inversiones.

Las medidas de soluciones que se tomaron para ambas crisis son también distintas: la del 2008 se resolvió con inyección de liquidez, bajada en las tasas de interés y mayor incentivo al endeudamiento; algo totalmente contrario a lo que sucede hoy en día.

Los peligros de nuestra economía en la vuelta al cole

El primer factor y gran "culpable" de que se desencadene una nueva recesión económica a corto plazo es la inflación, que no solo empobrece a las familias, en especial a las más pobres, sino que resta competitividad a nuestras empresas". El IPC se ha disparado debido a la guerra de Ucrania, pero ya venía aumentando desde hacía meses por el incremento del precio de los carburantes y la electricidad.

Este ritmo ha provocado que los hogares españoles tengan más difícil llegar a fin de mes y que el precio de la cesta de la compra haya pasado a ser una de las mayores preocupaciones. Mientras, los salarios no acompañan.

Por otro lado, el empleo está aguantando por encima de las previsiones iniciales, pero mucha creación de puestos de trabajo llega por la reactivación del turismo y la hostelería. Estamos a punto de que los turistas extranjeros regresen a casa y ver qué pasa...

Los precios de la energía en el mercado el mercado internacional seguirán previsiblemente al alza debido a la guerra en Ucrania, que no tiene visos de resolverse.

Otro factor a tener en cuenta es la subida de los tipos de interés, que deriva en hipotecas más elevadas y mayores dificultades para encontrar financiación, ya sean familias o empresas. Por otro lado, los impagos podrían aumentar notablemente en las hipotecas de tipo variable al no poder devolver los créditos por el aumento de tipos.

Por lo que respecta a los créditos al consumo, la subida de tipos provocará mayores intereses, préstamos más caros, con la consiguiente reducción en su demanda y menor nivel de gasto de las familias. Algo parecido ocurrirá con las empresas a la hora de financiarse. Pedir prestado será mucho más caro y, por lo tanto, retrasarán o no llevarán a cabo inversiones. Todo esto provocará una ralentización de las decisiones empresariales.

Por otra parte, a los ahorradores, la subida de los tipos les tendría que suponer un incremento de la rentabilidad de los depósitos y cuentas remuneradas. Pero no será inmediata ni tendrá la misma intensidad que lo que sucederá si se tiene una posición acreedora.