Sacyr prevé reducir en 200 millones de euros adicionales su deuda con recurso en 2022, en línea con su compromiso de reducirla prácticamente a cero en 2025 y tras haberla aminorado en 155 millones de euros en 2021, en torno a un 19%.

Así lo ha avanzado su presidente y consejero delegado, Manuel Manrique, durante su participación en una conferencia con analistas con motivo de los resultados anuales, en la que ha apuntado que este año la reducción del pasivo será mayor, para acomodarla de nuevo alrededor de los 150 millones anuales en los siguientes ejercicios.

Tanto las propias distribuciones de dividendos que hacen sus concesiones como la generación de caja con recurso o la rotación de activos maduros no estratégicos contribuirán a seguir reduciendo la deuda en los próximos años.

Actualmente, la deuda neta con recurso de Sacyr es de 681 millones de euros, un 19% inferior a la del año pasado, mientras que la deuda financiera neta asciende a 6.013 millones, en su mayoría destinada a la financiación de los proyectos en los que está inmersa.

Al margen del escenario abierto ahora por el inicio de la guerra en Ucrania por parte de Rusia, que Manrique ha admitido que aporta incertidumbre, ha asegurado que este año la compañía podrá rebasar la cota de los 1.000 millones de euros en el resultado bruto de explotación (Ebitda).

Esto supondría un incremento del 8,3% respecto a los 923 millones de resultado operativo que registró en 2021 y duplicar el dato de 2017, cuando el Ebitda era de 423 millones de euros. A ello contribuirá el menor impacto procedente de la crisis de las materias primas.

El ejecutivo ha explicado que, este año, todas las licitaciones ya se hacen con revisión de precios y que la mayor parte de los clientes privados ya contaban con un mecanismo de revisión. Asimismo, el Gobierno está trabajando ahora en compensaciones retroactivas hasta enero de 2021 por el encarecimiento de las materias primas.

Por último, Manrique ha explicado que las últimas cuentas anuales de 2021 serán las últimas que recojan un impacto negativo por la salida progresiva del capital de Repsol que la compañía ya está ejerciendo.

El año pasado, la desinversión desde el 8% hasta el 3,1% en el capital de la energética le ocasionó unas pérdidas de 190 millones de euros, aunque se trata de un efecto contable que no implica salida de caja. Excluyendo este impactos, el beneficio habría aumentado un 23%, hasta los 111 millones de euros.