Hasta la fecha, el Tesoro Público, que es el brazo del Ministerio de Economía encargado de emitir la deuda, ha subastado hasta 33 referencias diferentes a tipos negativos. La inmensa mayoría -31- ha correspondido a letras a 3, 6, 9 y 12 meses, pero la onda expansiva alcanza también a los bonos, puesto que en julio y en la primera subasta de septiembre España se ha financiado a tres años a intereses inferiores al 0%.
En total, esta secuencia se traduce en que el Tesoro ha captado ya 71.300 millones de euros a tipos negativos. Considerando los distintos plazos y las diferentes cantidades colocadas en cada operación, ese volumen conduce ya a unos ingresos extra de 72,5 millones de euros en las arcas públicas. La cuenta, eso sí, continuará creciendo, puesto que los plazos a tres años y por debajo permanecen en rendimientos negativos.

En 2016 la rentabilidad del bono español a 10 años ha bajado del 1,77% al 1,03%. Y el rendimiento medio de la deuda en circulación cae del 3,12 al 2,92%
El impacto, eso sí, va más allá de esta cantidad. Su verdadera dimensión reside en que, por este anómalo escenario de los tipos negativos en el que los que se endeudan cobran y los que financian pagan por hacerlo, el Tesoro cobra cuando le correspondería pagar. Este hecho abaratará la factura de los intereses prevista para este ejercicio, algo a lo que también contribuirá el descenso del rendimiento en los plazos más largos.
En lo que va de año, la rentabilidad del bono español a 10 años ha bajado del 1,77% al 1,03%. Y en total el rendimiento medio de la deuda en circulación se ha moderado en 2016 del 3,12 al 2,92%, el nivel más bajo de siempre.
Como trasfondo de esta situación sin precedentes, las igualmente históricas medidas monetarias que sigue aplicando el Banco Central Europeo (BCE). Con los tipos de interés oficiales al 0%, los tipos de depósito al -0,4% y las compras de duda pública y privada bajo el programa de expansión cuantitativa (QE), la entidad presidida por Mario Draghi está abonando el terreno para reducir los costes de financiación de los países del euro y para impulsar incluso la irrupción de esos tipos negativos en cada vez más títulos.
EL PEAJE DEL BILLÓN
Este entorno deparará el mencionado descenso en la factura de los intereses. Los Presupuestos Generales de 2016 recogían que los gastos financieros se situarían en los 33.490 millones de euros, pero la evolución de las operaciones y los costes anticipan que finalmente será menor. De hecho, en los seis primeros meses se ha situado en los 14.965 millones, según datos de la Intervención General de la Administración del Estado (IGAE). Ya ocurrió en 2015, cuando los Presupuestos contenían un desembolso en intereses de 35.490 millones que finalmente se quedó en los 31.750 millones.
Eso sí, aunque los tipos negativos y el descenso de los rendimientos totales abaratarán los gastos financieros, desde una perspectiva histórica el desembolso de este año continuará siendo importante. En 2007, la factura de los intereses fue inferior a los 15.000 millones de euros, es decir, menos de la mitad que en 2015 y que lo previsto para este año.
Este incremento se explica por el aumento del volumen total de deuda en circulación. En 2007, no llegaba a los 400.000 millones de euros, una cifra que equivalía a menos del 40% del Producto Interior Bruto (PIB) español. Ahora supera ampliamente el billón -alcanza los 1,107 billones de euros- e incluso supera el PIB español. Esta acumulación es la que se traduce en un mayor gasto total en intereses, hasta alcanzar una cantidad que se acerca al 3% del PIB desde otra que era inferior al 1,5% antes de la crisis, por mucho que en los cuatro últimos años los costes de financiación se hayan abaratado para España.