La recuperación de la economía española viene apoyada en la progresiva normalización de las condiciones de financiación, el mantenimiento de niveles de confianza relativamente robustos (pese a algunos desarrollos adversos en el entorno exterior) y la favorable evolución del mercado laboral. Las estimaciones realizadas a partir de la información coyuntural disponible apuntan a que, en el período julio?septiembre, el PIB pasó a crecer un 0,5 %, completando un ciclo de cinco trimestres consecutivos de crecimientos positivos. En términos de la tasa de variación interanual, el producto habría aumentado un 1,6 %. Por el lado del gasto, se estima que la demanda interna avanzó a un ritmo del 0,6 % en tasa intertrimestral, mientras que la demanda exterior neta habría tenido una contribución levemente negativa al avance del producto. El empleo mantuvo el tono de mejoría que se viene observando desde finales de 2013, aunque a un ritmo ligeramente inferior al del período abril?junio, estimándose una tasa intertrimestral del 0,4 %, que situaría el avance interanual de la ocupación en el 1,2 %.
Con las cautelas mencionadas, la evolución económica y financiera de los últimos meses, junto con los cambios observados en los supuestos técnicos utilizados, confirma el escenario de paulatina recuperación que anticipó el informe trimestral de julio, con un crecimiento estimado del PIB del 1,3 % y del 2 % en 2014 y 2015, respectivamente. No obstante, los riesgos de desviación a la baja en torno a este escenario central se han acentuado en los últimos meses, debido al empeoramiento de las perspectivas de la economía internacional, en particular de la zona del euro.
En el panorama internacional, la economía mundial mantuvo una trayectoria de recuperación, aunque el comportamiento de las distintas áreas siguió siendo desigual y se han ido acentuando los elementos de fragilidad de aquella. Entre las economías desarrolladas, frente a la mayor fortaleza de Estados Unidos y de Reino Unido, cabe destacar la falta de dinamismo de la zona del euro. Entre las emergentes, se estabilizó el ritmo de avance de las economías asiáticas y, en sentido contrario, prosiguió la desaceleración de la actividad en América Latina. En conjunto, a lo largo del tercer trimestre se produjo un debilitamiento del comercio mundial. Por su parte, las tasas de inflación permanecieron en registros moderados, contenidas por el descenso de los precios de las materias primas. La ausencia de presiones inflacionistas determinó que la política monetaria de los principales bancos centrales prolongara su tono expansivo, aunque en aquellas en las que la recuperación parecía tener visos de mayor fortaleza se comenzaron a dar los primeros pasos para la retirada de las medidas no convencionales. Las divergencias en las perspectivas de crecimiento se habían empezado a reflejar igualmente en la evolución de los tipos de cambio, dentro de un clima de elevada volatilidad. En concreto, desde junio el euro se había llegado a depreciar casi un 8 % frente al dólar, aunque más recientemente ese movimiento se ha visto parcialmente corregido.
En la zona del euro, la pérdida de vigor de la recuperación económica, tras el estancamiento de la actividad en el segundo trimestre, ha llevado a reducir las previsiones de crecimiento del área para 2014 y 2015.