La recuperación económica continúa avanzando rápidamente y las valoraciones son ahora más atractivas que las que teníamos a principios de 2010. Asimismo, las ganancias han aumentado más rápido que las cotizaciones, lo que significa que en términos de PER estimado las compañías están ahora un 15% más baratas que lo que lo estaban en mediados de enero de 2010. Esto debería ser gratificante para los inversores que están preocupados por haberse perdido el rally. La explicación de estas bajas valoraciones radica en el hecho de que los inversores han preferido asignar su capital a los mercados emergentes o a las carteras de bonos. Todo apunta a que ahora hemos alcanzado un punto de inflexión y los fondos de renta variable de mercados desarrollados están viendo entradas netas otra vez y, no se puede olvidar que comparado con el mercado americano, las acciones europeas son todavía atractivas.
Una de los argumentos más importantes de los pesimistas sobre la renta variable se refiere al desapalancamiento. En este momento es evidente que la mayoría de las empresas, de los consumidores y de los gobiernos disfrutaron de un período de crédito barato que ayudó a alimentar el último rally, pero al final se encontraron a sí mismos sobre-endeudados cuando la crisis financiera global se desató. Las compañías europeas han solucionado este problema tomando dinero de los mercados de capitales y reduciendo costes. Los gobiernos europeos están todavía en “modo de estímulo”, aunque parece que esto está llegando a su fin: es probable que suban los tipos de interés para controlar la inflación y se están poniendo en práctica medidas de austeridad para que los países puedan empezar a reconstruir sus balances.
Por otro lado, los consumidores todavía están cargados con altos niveles de deuda personal, y los más pesimistas temen que la combinación de la reducción de la actividad de consumo y los recortes en el sector público dificultarán el crecimiento. La Europa central, sobre todo Alemania, sigue impresionándonos con su solidez. Los consumidores alemanes tienen ahora por norma general más confianza de la que tenían hace un año. Además, la tasa de desempleo alemana ha descendido recientemente y las últimas cifras han mostrado que esta ha caído al 7,4% en enero de este año. Con todo este panorama, esperamos que el gasto en consumo se acelere dentro de las economías europeas centrales, incluso aunque el desapalancamiento continúa.
Otra gran preocupación radica en que la consolidación fiscal en las economías periféricas creará vientos en contra para el crecimiento global de la zona euro. Sin embargo, la combinación de la solidez alemana (el segundo mayor exportador mundial) con Escandinavia tiene el potencial necesario para reconducir la recuperación en las economías más débiles de Grecia, Irlanda y España. Merece la pena mencionar que de los países que han capeado mejor la crisis (Australia, Canadá, Escandinavia, Austria y Alemania) los europeos son los que están más concentrados geográficamente y, en su conjunto, son casi equivalentes a China en términos de su tamaño económico.
Aunque pensamos que las acciones europeas subirán en 2011, es probable que los movimientos de mercado estén salpicados por rachas de volatilidad. La causa más inmediata de preocupación es la situación que se está desarrollando en Oriente Medio y el norte de África. La violencia y la agitación social – hablamos de la revolución egipcia, la revuelta libia, el descontento en Argelia, Bahrain y Yemen- podrían extenderse más a lo largo de la región.
La incertidumbre acerca de los resultados de las elecciones alemanas y de la reunión de la Unión Europea para decidir sobre los amplios poderes del European Financial Stability Facility podrían ocasionar también vientos en contra para las acciones europeas, particularmente para las del sector financiero. Por ejemplo, es probable que las economías española y portuguesa permanezcan bajo estrecha vigilancia. A pesar de estos aspectos negativos, sin embargo, lo importante es que la clase política mantendrá el euro intacto. Aunque el electorado alemán podría ser reacio a rescatar a sus vecinos europeos, la alternativa de un desmoronamiento de la zona euro es aún más desagradable.