Constructoras e inmobiliarias. Dos negocios bien distintos- según los expertos- pero que han sido tocados por la misma vara: la restricción del crédito. Dos años han pasado desde el estallido de la burbuja inmobiliaria en nuestro país. Una burbuja que tuvo su origen en 1985 y que tal vez por el propio agotamiento del modelo de crecimiento español – basado en la construcción- o por la ausencia de financiación por parte del sector financiero, tocado a raíz de la crisis subprime de Estados Unidos, comenzó su declive en 2008. Llevándose por delante a inmobiliarias, constructoras y promotoras.

Fue en aquel entonces cuando aquellas compañías con mayor diversificación en el extranjero encontrarían su oportunidad. Se penalizó a pequeñas frente a grandes, a inmobiliarias frente a constructoras y a las compañías cuyo negocio dependía más del mercado español que a las grandes constructoras internacionales. Pero ¿y Sacyr Vallehermoso? Es una de constructoras más dependientes del sector constructor e inmobiliario representado por Vallehermoso, Sacyr y Somague.

A pesar de que la compañía obtuvo un beneficio neto de 50.42 millones de euros en el primer trimestre del año, incrementando en un 16.7% las ganancias obtenidas en el mismo período del año anterior, los expertos siguen sin confiar en el negocio de la compañía. El apalancamiento “sigue siendo excesivamente elevado para hacerle frente por medio de la actividad operativa”, reconoce el Departamento de análisis de Inverseguros. El descenso del 26% en su Ebitda desluce otros aspectos positivos de la compañía como el crecimiento del 30% en su cartera de obra o el descenso de la exposición al mercado nacional a favor de la expansión internacional con la adjudicación de proyectos en Panamá, Italia, Libia e Israel.

Y es que aunque la deuda sea el talón de Aquiles de la compañía- con más de 12.000 millones de euros- lo cierto es que ha conseguido firmar recientemente con cerca de30 bancos un acuerdo por el que Vallehermoso (promotora) no tendrá que pagar su deuda (principal e intereses) durante los próximos 5 años. Un contrato que le permite además obtener liquidez, cerca de 320 millones de euros, para financiar los proyectos existentes y desarrollar nuevas promociones en estudio hasta 2015.

Pero el punto más delicado – y lo que a ojos de los expertos hace más vulnerable la cotización- es la participación del 20% que la constructora tiene en el capital de Repsol. La intención de la constructora podría ser la ampliación del plazo que tiene asociado a los 5.000 millones de euros que pagó por la petrolera y que tienen como fecha de vencimiento en 2011. La clave está en reforzar las reservas del grupo y su posición financiera. Por ello, el grupo que preside Luis del Rivero decidió eliminar el dividendo a cuenta del ejercicio 2009. Miguel Freijo, director de ventas de IG Markets reconoce que estamos en un momento “en el que las empresas tienen que cuidar mucho su balance y su estructura de gastos, sobre todo una compañía como Sacyr, tan expuesta nuestra economía pues le queda por pasar una serie de dificultades, siendo normales los anuncios de reestructuración de dividendos”.

Paso a paso, lo cierto es que la compañía se ha granjeado la desconfianza de los inversores. Sólo hay que mirar el gráfico de la compañía. Desde noviembre de 2007- cuando la compañía consiguió cotizar a 50 euros- ha sufrido una caída que le ha arrastrado hasta los 4.39 euros. En el año pierde un 82% y se convierte en el valor que más penalización acumula del Ibex35. Una compañía “que ha perdido la zona de mínimos en los últimos años y se mueve en niveles de 4.40 euros que, si perdiera, le llevaría a 3.60 e incluso a 2 euros”, reconoce Gabriel Montalto, director en España de Hanseatic Brokerhouse. Pero ¿podría volver a su época de esplendor? Este experto no lo niega pero reconoce que “harían falta años para que el valor volviera a cotizar en los 45-50 euros”. Quizás los años que quedan para que la silueta española vuelva a contar con el ladrillo como materia prima fundamental.