El pasado 27 de julio, el selectivo español marcó su máximo anual en los 9.715,10 puntos intradía, aunque al cierre se colocaba rozando los 9.695 puntos. Todo parecía favorecer las ganancias de la bolsa española, con un IBEX 35 en racha que marcaba una mejora del 15% desde los mínimos del ejercicio , mientras rozaba un avance anual hasta rozar el 18%.
De ahí a las caídas acumuladas desde ese día del 3,4% que registra el selectivo español y en concreto, el recorte del 2,4% que acumula en agosto parecen coincidir con las estadísticas, de las que somos tan poco amigos en Europa, pero que dicen mucho de cómo se caracteriza en bolsa, tradicionalmente, el mes de agosto en España.
De momento, la media de caída se coloca cerca del 0,8% en toda la existencia del Ibex35 en agosto y, parece que, aunque cierre el mes en positivo, con ganancias acumuladas, se muestra como el más volátil del año, el menos alcista y el segundo, además, más bajista de cualquier ejercicio en la media.
Toda una declaración de intenciones con buena parte de los inversores de vacaciones, muchos de ellos que venden antes de tener que hacer seguimiento de los activos, y ante el periodo estival, con menor volumen de negocio que encima acrecienta los movimientos más bruscos entre los valores.
Si a esto le sumamos lo que ha acontecido en todos estos días, se cierra el círculo de las caídas que vive el selectivo español. Si recuerdan, ese cambio de sesgo, tras un julio que finalmente se saldaba apenas con ganancias de medio punto porcentual.
Y venía de la mano, el 2 de agosto, con la decisión, en la madrugada española, por parte de la agencia Fitch de rebajar la calificación crediticia de Estados Unidos un grado por debajo de la conocida en los mercados como la triple A, la mejor calificación con el mayor grado de inversión para la deuda americana, aunque mantenía la perspectiva estable.
Y ese hecho, que refrenda lo ya decidido por S&P, otra de las agencias de rating hace más de una década marcaba ese cambio a negativo. Aunque no era el único varapalo para el mercado.
A esto se sumaba el continuo goteo de los datos que llegaban de China, hasta la marcha claramente negativa y a doble dígito de su poderoso sector exterior, que domina la segunda economía del planeta. La continua promesa de estímulo de las autoridades en su economía no ha servido para variar estas cifras negativas que se suceden e impactan en los mercados globales, desde el petróleo, que había registrado máximos anuales, hasta los valores más ligados a esa zona, como las siderúrgicas o la de los componentes de automoción.
En Europa, las cifras de los PMIs manufactureros, esos indicadores adelantados que muestran como la actividad en la industria vive más que horas bajas, en el caso de la Eurozona con sus peores niveles de los últimos ocho meses, y expone como el estancamiento se vive y perdura en Alemania, pero también en Francia, los dos motores del Viejo Continente. Y llevan al resto de las economías a mostrar malos datos en el sector exterior, como ocurre por ejemplo en España.
Y es que los bancos centrales cumplían en julio con lo previsto, pero algunos de esos datos con mirada, primero a Jackson Hole, la primera toma de contacto en las montañas de Wyoming a finales de verano entre sus máximos representantes, y las reuniones de septiembre y el posible fin- que ansía el mercado- de las subidas en Estados Unidos, el lugar donde primero, en la Fed, comenzaron los avances en el precio del dinero, de momento no está nada claro.
En especial tras el mixto informe de empleo que ha dejado las cosas en impasse con subida del salario por hora, caída de una décima en el nivel de paro y una todavía potente, a pesar de la desaceleración económica, creación de empleo en la primera economía del mundo, aunque ya hay voces como la del presidente de la Fed de Filadelfia, Patrick Harker que ese fin de las subidas podría haber llegado.
Pero ahí no queda la cosa: lo último llega de un sector financiero de uno y otro lado del Atlántico, uno de los que más había vivido las subidas hasta máximos en el Ibex. Por un lado, en Italia el gobierno aprueba un impuesto a la banca que va a gravar sus beneficios extraordinarios en un 40%, destinado a la ayuda a los hipotecados y para rebajar la carga fiscal de los ciudadanos. A pesar de que el rebote de ayer se debe a la matización del impacto de la medida en las entidades que operan en Italia. Y es que en ningún caso superará el 0,1% de los activos totales.
Por el otro, la decisión de la agencia Moody's de recortar las calificaciones crediticias de hasta 10 bancos, entre ellos del USBancorp y del Bank of New York Mellon al que se suma el cambio a perspectiva negativa de 11 más, entre ellos, Capital One, el paso anterior para una futura rebaja.
Muchos acontecimientos negativos que, de momento, no han permitido un respiro positivo a los mercados financieros en general y al Ibex 35 en particular.
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