El coronavirus, el confinamiento general en la mayoría de países europeos, asiáticos y EEUU ha supuesto un gran desacople entre los indicadores macroeconómicos y las previsiones de las grandes instituciones multilaterales y el comportamiento mostrado por los mercados bursátiles, al calor de los estímulos de los bancos centrales y los planes fiscales de los gobiernos. El Nasdaq ha alcanzado máximos históricos en julio y el S&P 500 apenas cae un 0,5% en el acumulado anual a pesar de todo.

Mercados y economía: una recuperación a dos velocidades

“Prácticamente desde la gran corrección registrada en el mes de marzo como consecuencia de la irrupción de la pandemia en occidente, las bolsas se han dedicado a ignorar las numerosas cifras negativas que dejaban los grandes indicadores de la economía mundial en todas y cada una de las grandes potencias mundiales, al tiempo que se festejaba con gran euforia cualquier cifra que arrojase un resultado menos malo de lo anticipado por el consenso de los analistas”, indica Aitor Méndez, analista de IG. 

A pesar de estas dos velocidades como recuerda el gestor de fondos y responsable de multiactivos de Morabanc AM Tomás García-Purriños, “los mercados financieros están valorando los riesgos presentes, por eso el coste de las coberturas, medido a través de la volatilidad esperada de la renta variable o del precio del oro, sigue siendo muy elevado”. Los riesgos principales, según él, son las ajustadas valoraciones, la debilidad macroeconómica, la incertidumbre comercial, las tensiones internas en Estados Unidos, la vuelta del Brexit y las discrepancias entre los países de la Unión Europea.

La evolución de los datos de contagios por coronavirus y el éxito del confinamiento y la distancia social para contener los fallecimientos y la propagación de la pandemia puede dar una falsa impresión de que el final del Covid-19 está cerca, pero la realidad es muy diferente: los datos diarios de contagios se encuentran en máximos -unos 110.000 diarios frente a los 80.000 de abril-, aunque han cambiado los países más afectados localizándose ahora en gran medida en América Latina y el sur de Asia. Incluso ya hay focos de rebrotes en Estados Unidos, China, Corea del Sur, Alemania y también en España.

Aunque la mayoría de firmas de análisis y bancos de inversión sostienen que la experiencia que da el primer brote de pandemia de febrero y marzo hará que estos nuevos focos se frenen con aislamiento parcial en las ciudades o municipios donde se identifique a los enfermos frente al confinamiento total aplicado en primavera. 

“Según los epidemiólogos habrá un nuevo rebotre, pero hay que ver cómo lo afrontamos. Si hemos aprendido de la experiencia del primer brote de febrero y somos más selectivos con un confinamiento parcial las previsiones de crecimiento para este año sólo se revisarán ligeramente a la baja. Si por el contrario volvemos a establecer un confinamiento total, las consecuencias para este año ya malo, serán mucho peores y la esperada recuperación para el 2021 se podría posponer al 2022 o 2023. Lanzo el mensaje, con más vehemencia que nunca, porque hay que entender que no podemos volver a echar el cierre a la economía porque eso provocaría consecuencias de mortandad empresarial irreversibles en muchos sectores”, apunta Robert Casajuana, socio de SLM y director académico de iSEFI.

Tanto el Fondo Monetario Internacional (FMI), como el Banco Mundial, el Banco Central Europeo (BCE) y el Banco de España han revisado a la baja sus primeras estimaciones económicas que hicieron al principio de la pandemia. Así, el Banco Mundial prevé ahora una caída en 2020 del -5,2% para el PIB mundial mientras que FMI estima una contracción del -4,9% en 2020 frente al -3% calculado en abril ya que la pandemia del coronavirus ha tenido un "impacto más negativo" de lo esperado sobre la economía global. El BCE ha revisado a la baja sus expectativas para la Eurozona hasta el -8,7% en 2020 frente al 0,8% que preveía en marzo. Finalmente, el Banco de España publicó unas nuevas previsiones según las cuales el PIB en España descenderá en 2020 entre el -9% y el -15,1% frente al rango -6,6%/-13,4% que publicó en abril. 

“Las mayores diferencias en las estimaciones del Banco Mundial y el FMI se centran en los países emergentes, y especialmente en Brasil y la India. Estos dos países están ahora experimentado el impacto del Covid-19, con dos enfoques distintos, siendo el brasileño mucho más laxo que el indio el FMI ya avisó que el punto débil de sus estimaciones eran los países emergentes”, subraya Marisa Mazo, subdirectora de análisis de GVC Gaesco Valores.

Los bancos centrales son una red de seguridad

La Reserva Federal y el BCE han puesto en marcha los mayores estímulos de su historia, a los se que han sumado también los planes fiscales de los gobiernos, con el objetivo de impulsar las economías y evitar el colapso por todos los medios. El balance de la Fed se ha incrementado un 72% hasta 7,16 billones de dólares. Del aumento de 3 billones de dólares, unos 1,8 billones millones corresponden a compras de deuda pública. El aumento del balance del BCE ha sido más modesto: un 20%, un billón de euros, hasta los 5,65 billones. La Reserva Federal se ha abierto a comprar bonos corporativos, incluyendo ETFs y tanto el banco central estadounidense como el europeo esperan que los tipos de interés sigan en la mínima expresión en el corto y medio plazo.

“Hay un factor clave para explicar la evolución de los mercados en estos meses y, posiblemente, en los venideros. Este no es otro que el importante impulso monetario que estamos viendo desde los bancos centrales. La actuación de los bancos centrales no sólo estabilizó los mercados en el peor momento de la pandemia, sino que supone una red de seguridad muy importante para los activos de riesgo para los próximos meses. Evidentemente, un banco central actuando con intensidad sobre el mercado beneficia enormemente a la renta fija, rebaja las primas de riesgo y supone un soporte para valoraciones más altas en la renta variable”, explica el director de inversiones de Gesconsult, David Ardura.

Desde el punto de vista fiscal, EEUU ha aprobado un paquete de estímulos por valor de dos billones de dólares, el 10% de su economía y en Europa destaca la movilización de recursos de Alemania que ha inyectado directamente 130.000 millones de euros y en total hasta 1,3 billones de euros, el 57,8% de su PIB, entre medidas directas (mayor gasto o menor ingreso) y garantías. 

“Alemania, con superávit fiscal desde hace años y una deuda pública contenida, puede soportar este esfuerzo sin sacrificar excesivamente su solvencia. España, por el contrario, se encuentra a la cola entre los grandes países europeos: un 12,4% del PIB en ayudas, de las cuales un 9,2% corresponden a avales hasta 100.000 millones. Sin cumplir en el ejercicio 2019 el objetivo de déficit impuesto por la Unión Europea y con una deuda pública sobre PIB del 95% a finales de 2019, la situación de las finanzas públicas españolas no es lo suficientemente boyante para acometer planes muy ambiciosos”, arguye Mazo.

La Unión Europea ha puesto en marcha por el momento un plan de 540.000 millones de los que 240.000 millones irán destinados a los sistemas de salud, 200.000 millones son garantías del Banco Europeo de Inversiones y 100.000 millones estarán destinados a trabajadores que han perdido sus empleos. 

Por su parte, el Consejo Europeo aprobó el fondo de reconstrucción dotado de 750.000 millones de euros para combatir la Gran Pandemia y minimizar los efectos de la recesión más profunda en tiempos de paz se desglosarán con una fórmula equitativa. Algo más de la mitad -390.000 millones- se inyectarán como garantías o subsidios, el criterio que reclaman los países del sur, con Italia y España a la cabeza.  

El resto, a instancias del bloque que lidera Holanda, reacia a dar un cheque en blanco a las economías meridionales, las más perjudicadas por los daños colaterales del Covid-19, tendrán como contrapartida su devolución a bajos tipos de interés.  

A falta de una vacuna y de que se conozca si hay un endurecimiento de la pandemia o no en el segundo semestre del año, los indicadores adelantados macroeconómicos como los PMI -índices de gestores de compras- muestran que lo peor ya habría pasado y esto deja un moderado optimismo entre los inversores, que saben que los bancos centrales y los gobiernos seguirán en modo “whatever it takes”.


Luis Francisco Ruiz, director de análisis de Estrategias de Inversión

Los índices de incertidumbre sobre política económica están registrando máximos históricos en la inmensa mayoría de zonas geográficas. Esto se traduce en una alta dispersión en las proyecciones económicas: si antes los matices entre las diferentes casas de análisis se reducían en décimas sobre el PIB o la inflación o la demanda interna o la tasa de parto, ahora no es de extrañar diferencias de varios puntos porcentuales en las proyecciones de estas variables.

Tampoco es raro que se presenten varios escenarios en función de la evolución de la pandemia y es que claro, la actividad económica no será igual si padecemos una segunda ola que requiere confinamientos que si se encuentra una vacuna o un tratamiento efectivo para la enfermedad.

Esta falta de visibilidad y alta incertidumbre está pesando mucho en las decisiones de consumo y de inversión en los diferentes agentes económicos. Si las autoridades (Bancos Centrales y Gobiernos) no consiguen planificar bien y, con ello, comenzar a dar certezas a corto plazo, la recuperación será lenta. La ruta es importante y el tiempo para ponerse en marcha también, la rueda / economía tiene que alcanzar un ritmo suficiente para no verse frenada por los muchos baches que hay que superar.

Seguimos pendientes de un plan claro y los pasos a dar. Mientras tanto, el tiempo pasa, y la recuperación en forma de “V” que se cambió a un  “P” (tick) corre el riesgo de convertirse en una “U”.