Mientras el Gobierno mantuvo hoy su línea de silencio de días pasados y su vice-portavoz, Thomas Steg, subrayó que el ejecutivo "no se suma a especulaciones", el jefe del gobierno de Hesse -el "Land" en el que se encuentra la sede de Opel-, Roland Koch, no dejó lugar a dudas de que Magna es el favorito.

Según Koch, la oferta de Magna es la que "más se acerca a los deseos y esperanzas de los políticos alemanes, pero también de los trabajadores", mientras que la del fabricante italiano de automóviles Fiat "está lejos de lo que se había esperado".

De confirmarse, la apuesta de futuro para el negocio europeo de General Motors -con fábricas en Alemania, Suecia, España, Reino Unido, Polonia y Bélgica- sería el mercado ruso y de la Comunidad de Estados Independientes, donde Magna espera producir cinco millones de coches al año.

A diferencia de la oferta del grupo automovilístico italiano Fiat, la de Magna no contempla una adquisición total de General Motors Europa, sino de una participación mayoritaria del 55%.

El director de Magna International, Siegfried Wolf, explicó hoy en Berlín que los planes de la compañía serían adquirir el 20%, que junto al 35% de sus socios -la empresa automovilística rusa GAZ y el mayor banco de ese país, el Srebank-sumarían el citado 55%. General Motors mantendría otro 35% y el restante diez% quedaría en manos de la plantilla.

Según informaciones de la prensa alemana, Magna sería además el que menos avales estatales requeriría de los países europeos con plantas.

De acuerdo con el diario "Bild", Magna reclama garantías por un total de 5.000 millones de euros, y se ha manifestado dispuesto a invertir 700 millones de euros en nuevos modelos y plantas. Sin embargo, al igual que los conceptos presentados por Fiat y por el inversor estadounidense Ripplewood, también el de Magna contempla una drástica reducción de la plantilla.

Según la prensa, el plan de Magna prevé eliminar 10.000 de los 55.000 puestos de trabajo que hay en toda Europa, cifra idéntica a la de Ripplewood, mientras que Fiat desmantelaría 18.000 empleos. Wolf no quiso confirmar estas cifras pero subrayó hoy en Berlín que los planes de su empresa contemplan una cifra "claramente inferior a los 18.000 empleos".

El empresario garantizó mantener las cuatro plantas alemanas, no quiso poner la mano en el fuego por las del Reino Unido y Bélgica, si bien, añadió, se intentaría "encontrar a otros fabricantes europeos para estas plantas".

Mientras que las informaciones desde Italia, entre ellas las del consejero delegado de Fiat, Sergio Marchionne, apuntaban a que la adjudicación a esta empresa era "cosa hecha", en Alemania este ofertante ha pasado al último puesto en el ránking de posibilidades.

Entre la plantilla de Opel en Rüsselsheim Fiat era de por sí desde un principio la opción con menos adeptos. Los sindicatos veían en ella la más arriesgada para los trabajadores, entre otros motivos, por la similitud de los modelos de ambas compañías que harían superfluas algunas líneas de producción.

El comité de empresa ha anunciado entretanto que en caso de fracasar alguno de los tres conceptos, los trabajadores y concesionarios de Opel han elaborado una oferta conjunta de adquisición por un volumen total de 1.500 millones de euros.

De este total, 1.000 millones provendrían de recortes salariales y 500 millones de un fondo de rescate creado por los 4.000 concesionarios.