Las medidas anunciadas por la FED se ubican en la parte baja del rango de expectativas que tenían las bolsas, que habían colocado el listón mínimo en una operación twist dotada con unos 500.000 millones de dólares. Sin embargo, y pese a que en las jornadas previas a la cita de ayer los ánimos se habían enfriado, el verdadero deseo de los mercados apuntaba hacia una nueva ronda de compras netas de activos (Quantitative Easing 3), y no a un mero intercambio de vencimientos.


Además, el posterior comunicado de Bernanke, enfatizando los problemas y riesgos a los que se enfrenta la economía americana, contribuyó a empeorar la percepción de los mercados, haciendo más negativa la respuesta de los mismos.


En la jornada de hoy, lejos de mejorar, los acontecimientos han seguido la misma línea. El Índice de Directores de Compras elaborado por HSBC para la economía China ha quedado en 49,4, por debajo del nivel de contracción. Si al peligro real de Europa y EE. UU. de caer en una segunda recesión le sumamos el enfriamiento de China, los problemas se multiplican.

En Europa, los datos del PMI, tanto de Servicios como de Manufacturas, han vuelto a confirmar ese mismo camino, ofreciendo las lecturas más bajas desde el verano de 2009; mientras que la nueva rebaja del rating de la banca italiana por parte dos agencias ponía más presión al sector bancario europeo, que, junto a los recursos básicos y el automovilístico, eran los que más caían.

La visita a los mínimos anuales bursátiles del 13 de septiembre parece el camino más probable. El segundo factor con potencial para revertir la tendencia (Grecia) tendrá la oportunidad de actuar la semana que viene, dónde conoceremos novedades sobre la decisión de la Troika y las votaciones en los parlamentos nacionales sobre los acuerdos alcanzados el 21 de julio. El escenario sigue siendo dual: fuertes subidas o nuevas perforaciones de mínimos.