Por su parte, el Commerce Department
ha anunciado en el día de hoy que la economía norteamericana creció un 2.5% durante el tercer trimestre, dato algo más positivo que el 2% que estimaban los analistas. Pese a todo, aún resulta una cifra insuficiente para crear un impacto positivo sobre la gran preocupación de EEUU en estos momentos: la elevada tasa de desempleo que se sitúa en el 9.6%.


Pero quizá lo más preocupante sea que no todos los miembros de la Fed están conformes con esta nueva política, con la que tanto se ha especulado dentro y fuera de EEUU. De hecho, varios de sus miembros consideran que la Fed debería seguir inyectando liquidez al sistema financiero norteamericano. Hasta la fecha dichas ayudas se elevan a 2.3 billones de dólares. Por otro lado, hay que tener en cuenta que el actual programa de compra de bonos termina el próximo mes de junio.

Lo que queda claro es que la Fed está más dividida que nunca. Para unos miembros, el programa actual de compra de bonos podría dar lugar a un período de desinflación. (No confundir con deflación: la primera se refiere a una reducción del crecimiento de los precios, la segunda a un crecimiento cero o negativo). En cambio, para otros miembros de la Fed, esta nueva política monetaria junto con la subida de precios en sectores como la energía o materias primas, podrían dar lugar a los niveles de inflación adecuados.