Entre estas medidas, las de apoyo financiero (un tercio del PIB del G20 más España), se desglosan en las garantías sobre activos y pasivos bancarios (un 46% del total, un 15% del PIB del G20), el respaldo financiero de los bancos centrales (dos quintos del total, el 13% del PIB), las compras de activos (un 7,4% del total, 2l 2,5% del PIB) y las inyecciones de capital (un 6,9% del total, el 2,3% del PIB).

En el caso de España, estas medidas han alcanzado el 13% del PIB, hasta un total de 150.000 millones de euros, aunque hasta mediados de mayo, el porcentaje utilizado sobre el total comprometido alcanzaba el 40%. De este presupuesto total, únicamente un tercio del mismo implica, según los cálculos del Banco de España, un desembolso efectivo de dinero (el 4% del PIB), ya que el resto son garantías.


Junto con las medidas de apoyo financiero, los gobiernos de las principales economías del mundo han llevado a cabo también paquetes de estímulo económico. En el G20, estas medidas suponen el 1,4% del PIB de promedio anual entre 2008 y 2010, que se reduce el 1,25% anual en el caso de España, cifra que, en cambio, está por encima de la media de la zona euro (1%).

A la vista de estas cantidades, el Banco de España destaca que las medidas adoptadas por los gobiernos llevarán a un incremento del déficit en el G20 de 7,6 puntos porcentuales del PIB en 2009, pasando del 1% al 8%, y reduciéndose hasta el 6,9% en 2010. En las economías avanzadas, este aumento será aún mayor, al pasar del 2% al 10% en 2009.

IMPACTO DE LAS MEDIDAS SOBRE EL DÉFICIT

Del aumento del déficit previsto, el Banco de España estima que las medidas de apoyo financiero (el 1,7% del PIB) suponen el 20% del total, mientras que los paquetes de estímulo fiscal (el 1,5% del PIB) contribuirán en un 18% al incremento del déficit. De esta forma, las medidas de apoyo financiero y de estímulo fiscal aportarán más de un tercio al déficit público.

Además de los planes adoptados, el instituto emisor señala que la caída de la actividad financiera añade al menos seis décimas del PIB, lo que deja a los estabilizadores automáticos como el principal factor determinante del incremento del déficit, ya que aporta el 41% del total.

De este modo, el impacto directo de la crisis contribuiría a la mitad del incremento del déficit, mientras que la contribución de la reacción de las políticas económicas sería algo menor.

Al igual que el déficit, la deuda pública también sufrirá la crisis económica y las medidas discrecionales adoptadas. En España, se aproximará al 60% del PIB en 2010, tras haberse situado por debajo del 40% en 2007.

En este sentido, apunta que las mejoría de las posiciones fiscales logradas en las últimas décadas, a base de perseverancia y de disciplina fiscal, ha permitido un margen más elevado de actuación en este coyuntura de crisis, pero advierte de que estos progresos se "han disipado en solo unos meses". 

DETERIORO PERSISTENTE Y DIFÍCIL DE REVERTIR

Así, indica que los déficits se han elevado "rápidamente" y que se prevé que la deuda pública alcance ratios sobre el PIB desconocidos en las últimas décadas. Además, indica que este deterioro será "persistente", pues la deuda ha entrado en una dinámica "desfavorable y difícil de revertir".

Este deterioro de las finanzas públicas, que según la autoridad monetaria será complicado corregir incluso con posterioridad a la fase aguda de recesión económica, puede tener también un efecto negativo sobre los agentes económicos, que pueden anticipar la necesidad de mayores impuestos en el futuro para reconducir la situación fiscal, lo que reduciría la propensión marginal a consumir.

Por todo ello, el Banco de España alerta de que los márgenes de actuación fiscal son "muy estrechos" y de que, en caso de que fueran necesarios estímulos adicionales, éstos deberían ser diseñados con "sumo cuidado" para optimizar su eficiencia y duración. Además, apuesta por contrarrestar el deterioro de las finanzas públicas con un compromiso "creíble" con la disciplina fiscal a medio plazo.