En primer lugar hay que tener presente que los mercados emergentes representan un porcentaje cada vez mayor de la economía global y que su crecimiento está ahora en unos niveles pre-crisis. El FMI ha pronosticado que el crecimiento mundial crecerá un 4,5% para 2015. A día de hoy, los países emergentes suponen el 47% del PIB global, pero el 70% del incremento y después de 2014 se espera que su contribución sea superior a la de los países desarrollados. Además, los tipos de interés en estas regiones son más altos que los occidentales. Esto atrae a inversores que buscan mejores rendimientos frente a un escenario de abundante liquidez alimentado por políticas monetarias acomodaticias y particularmente por las inyecciones de liquidez americanas.  A todo esto hay que añadir que los mercados emergentes tienen muchos factores atractivos y que todavía están poco representados en las carteras institucionales donde alcanzan un 6,5% de los activos comparados con el 13% que representa el conjunto de estos mercados en el MSCI World All Country Index.
En definitiva se trata de unos mercados con un fuerte potencial de subida, pero que todavía siguen correlacionados con los mercados desarrollados. De hecho, cuando se producen caídas, los efectos se sienten en todo el mundo aunque sean menos visibles en las regiones emergentes. En 2008, por ejemplo, los países desarrollados sufrieron un impacto muy fuerte y los países emergentes también registraron tasas de crecimiento inferiores a la media, aunque positivas. Tampoco se puede olvidar que su desarrollo económico está en parte relacionado con el comercio con las economías occidentales.
Como contrapunto, esto robusto ritmo de crecimiento ha dado lugar a una oleada de inflación lo que ha conducido a una restricción monetaria tanto en China como en otras zonas.  La política de tipos de cambio en la zona emergente está reñida con los fundamentales económicos. China, por ejemplo, ha adoptado un modelo de desarrollo basado en mantener el Renminbi infravalorado frente al dólar americano, lo que le ha supuesto críticas durante mucho tiempo por parte de Estados Unidos aunque exista de forma implícita un pacto entre ambos países: China financia el déficit americano y Estados Unidos actúa como un outlet para los exportadores asiáticos, proporcionando de esta forma trabajo a la población china.
Por otra parte,  en el largo plazo, no existe una correlación sistemática entre el crecimiento económico y la rentabilidad del mercado de valores. Cada uno es independiente y debe ser analizado de forma separada. En 2009, la zona emergente fue la primera en empezar a crecer de nuevo y este repunte vino de la mano de un rally de mercado. Aún así, no hay signos de burbujas especulativas en estos mercados. El criterio esencial son los niveles de valoración. En 2000, usando el ratio PER como índice de referencia, los mercados emergentes estaban más baratos que los desarrollados. Hoy en días las valoraciones están más o menos al mismo nivel y, en algunos casos, más altas en los mercados emergentes. China, que está creciendo un 10% anual, tiene un PER de 12 que es superior a la media de los mercados emergentes (11). India se está vendiendo en 16 veces sus ganancias estimadas de 2011. Rusia, no obstante, está en 6,7 veces. Dicho de modo más sencillo, el atractivo de cada país se refleja en los precios de su Bolsa. Preferimos invertir en los mercados emergentes que presentan una subvaluación o en las empresas occidentales  que tienen alto nivel de implantación en estas zonas.