En su comparecencia, Strauss-Kahn ha defendido el rigor de las previsiones de crecimiento que el FMI ha realizado sobre las economías de la zona euro, más pesimistas que las de la Comisión Europea (CE) o las de las autoridades nacionales. A su juicio, la diferencia no explica por una distinta apreciación de la crisis estadounidense, sino por el uso de diferentes "parámetros" para medir su contagio al otro lado del Atlántico."Nosotros usamos el conjunto de parámetros tradicional. Hay quien puede decir que la situación ha cambiado y se requieren otros, pero nadie ha explicado porqué", ha advertido.EL FMI ha pronosticado que el PIB de la zona euro crecerá el 1,4% en 2008 -frente al 1,7% de la CE- y que España lo hará el 1,8% -frente al 2,2% de la CE y el 2,3% del Gobierno español-.Por otra parte, Strauss-Kahn ha insistido en que el actual enfriamiento económico, desencadenado por el desplome del mercado hipotecario en Estados Unidos, rompe el paradigma según el cual las crisis de capitales se originaban en economías emergentes, lo que hace más urgente introducir mecanismos de control a escala global.En este sentido, ha abogado por que el FMI se convierta, no en supervisor financiero global -"ese sueño o pesadilla está aún lejos", dijo-, sino en un "organismo de información" entre supervisores nacionales y regionales, que ayude así a prevenir posibles crisis y sus contagios..Asimismo, ha defendido su propuesta de que el FMI pueda emitir "alertas" cuando un país dé señales de desequilibrio en sus mercados de capitales.Por otra parte, ha indicado que la crisis de alimentos se explica en parte la crisis financieras, así como al aumento de la demanda en India o China, las malas cosechas y la emergencia de los biocombustibles. Y ha advertido de que la penuria alimenticia puede tener consecuencias humanitarias, así como sobre la estabilidad y la paz, y recomendó, en particular a los países africanos, que se doten de políticas agrícolas para elevar su producción nacional y reducir su dependencia de las importaciones.