La decisión de la Reserva, el 16 de septiembre de 2008, con el apoyo pleno del Tesoro, de prestar hasta 85.000 millones de dólares a AIG debe verse en el contexto de las graves consecuencias que hubiese tenido el colapso de la firma para el sistema financiero, sostuvo Bernanke. El funcionario dijo que cuando se enteró de los "bonos de retención" -pagaderos a los ejecutivos para que siguieran trabajando con AIG- su reacción fue que "era muy inapropiado que se dieran bonos sustanciales a los empleados de la división que había sido causa primordial del colapso de AIG".

"Pedí que se impidieran los pagos, pero se me informó que debían cumplirse bajo contratos concluidos antes de la intervención del gobierno", dijo Bernanke. "Pedí que se iniciara una demanda para impedirlos, y la asesoría legal me aconsejó contra ese curso de acción". Bernanke y Geithner pidieron a los legisladores que amplíen las atribuciones de sus respectivas agencias para disponer la liquidación de firmas financieras de una manera ordenada.

Ambos explicaron que bajo la legislación actual todo lo que las agencias federales pueden hacer es intervenir los bancos y cerrarlos, y como resultado de ello la Reserva y el Tesoro tuvieron que improvisar ante la crisis financiera que afectó a los bancos, firmas financieras y de seguros más grandes. Bernanke dijo que, debido a la exposición de bancos, gobiernos estatales y locales y fondos de dinero en efectivo ante el colapso de AIG, Estados Unidos encaró el año pasado "una crisis al estilo de la Gran Depresión de los años 1930". En una inusual comparecencia conjunta junto al secretario del Tesoro, Timothy Geithner, ante el Comité de Servicios Financieros de la Cámara de Representantes para explicar la intervención de AIG, Bernanke señaló que si la aseguradora hubiera caído, otras entidades habrían seguido el mismo camino, y apuntó que los bancos globales contaban con una exposición de 50.000 millones de dólares (36.988 millones de euros).