Advierte el profesor de la Universidad de Nueva York, el gran “agorero”, Nouriel Roubini, que “la reacción contra la globalización, y la libre circulación de bienes, servicios, capitales, mano de obra y tecnología asociada a ella, ha llegado”. Habla este experto de un “nuevo nacionalismo que adopta diferentes formas económicas: barreras comerciales, protección de activos, reacción contra la inversión extranjera directa, políticas que favorecen a trabajadores y empresas nacionales, medidas contra la inmigración, capitalismo de Estado y nacionalismo de los recursos. Mientras que en el ámbito político toma la forma populista, antiglobalización, anti-inmigración y, en algunos casos, el aumento del racismo y el antisemitismo es flagrante. Estas fuerzas son reacias a la 'sopa de letras' de las instituciones supranacionales como la UE, la ONU, la OMC y el FMI, entre otros (…) Incluso Internet está en riesgo (China, Irán Turquía y Rusia tratan de restringir el acceso a la redes sociales)”.

En opinión de este analista, “las principales causas de estas tendencias son claras: la recuperación anémica de la economía ha ofrecido la oportunidad a los partidos populistas para promocionar sus políticas proteccionistas, culpando al comercio exterior y a los trabajadores extranjeros de la mala situación de cada país. Si a esto le añadimos el aumento de las ganancias de los ricos y de la desigualdad, no es de extrañar tampoco que aumente la percepción de que la mejora de la economía se la llevan sólo las élites. Hoy en día, tanto las economías avanzadas como las emergentes parecen funcionar para unos pocos”. Mientras que para la mayoría “sólo hay un estancamiento secular, con empleo y salarios deprimidos”.

Así, destaca que la inseguridad económica resultante de todo esto es “más grave en Europa y la Zona Euro, y en muchos países el populismo, sobre todo la extrema derecha, han superado a las principales fuerzas políticas en las elecciones al Parlamento Europeo celebradas la semana pasada. Al igual que en la década de los 30, cuando la Gran Depresión trajo consigo gobierno autoritarios en España, Italia o Alemania, podríamos asistir a una tendencia similar en curso”. Por ello, considera que “si los ingresos y el empleo no repuntan pronto, los partidos populistas podrían aproximarse al poder a nivel nacional en el Viejo Continente, con los sentimientos antieuropeistas estancando el proceso de integración económica y política de la región. Peor aún, la Zona Euro podría estar de nuevo en peligro”. Incluso, reconoce, también Estados Unidos (extrema derecha y Tea Party) podría verse en una situación comprometida. Otro ejemplo es lo que se puede ver en Rusia y en muchas partes de Europa Oriental y Asia Central.

“En la década de los 30, la falta de prevención contra la Gran Depresión facultó a los regímenes autoritarios en Europa y Asia, y desembocó eventualmente en la Segunda Guerra Mundial. Esta vez, los daños causados por la Gran Recesión están sometiendo a las economías más avanzadas a un estancamiento secular y a grandes retos para los emergentes. Este es un terreno ideal para que el nacionalismo económico y político eche raíces y florezca. La reacción violenta contra la globalización debe ser vista en el contexto de lo que, como sabemos por experiencia, podría ser el futuro”, concluye Roubini.

S.C.